43 - Escapando de Dios

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Kiba respiró agitado y prácticamente cubierto de su propia sangre, con ambas manos sobre un pergamino, mientras que los perros, Jiraiya, Fukasaku y su esposa lo miraban preocupado.

- ¿no eran clones los que recibían daño? — preguntó Jiraiya sorprendido por el gran daño que tenía el Inuzuka.

- nunca hubo clones, cuando pain me atacaba, tras ser golpeado cambiaba de lugar con un trozo de tierra con mi forma, lo único que evite fue un cohete del pain Asura — respondió el Inuzuka empezando a ver borroso.

- Jiraiya-chan, rápido, traelo a nuestra casa, lo curaremos — dijo Fukasaku bastante preocupado por Kiba.

Entonces, Jiraiya levantó al Inuzuka en brazos, y lo llevó  a la casa de ambos sapos.

Al día siguiente, en el Monte myoboku, Jiraiya y Kiba estaban sentados en una mesa frente a los sapos que estaban sobre los hombros de Jiraiya anteriormente.

- ¿tengo que comer esto? — preguntó el Inuzuka mirando lo que había en un plato frente a él, estando seguro de que eso seguía vivo.

- solo si quieres recuperarte de eso — dijo Fukasaku, el sapo verde señalando el abdomen vendado del Inuzuka.

Kiba se acercó al plato, y por un segundo, podría jurar que vio al insecto moverse, por lo que sonrió nervioso.

- iré a hacer mi testamento — dijo el Inuzuka poniéndose de pie y empezando a huir, con notoria dificultad para caminar.

- Jiraiya-chan, no dejes que huya — dijo el sapo morado, a lo que el mencionado asintió.

Jiraiya se puso frente al Inuzuka, quien por esto entrecerró sus ojos.

- creí que éramos amigos — dijo el Inuzuka intentando buscar otra ruta de escape.

- y por eso mismo prefiero que te recuperes rápido — dijo Jiraiya.

Sin más y derrotado, Kiba volvió a la mesa, y cerrando los ojos, intentando no prestar atención al olor de esto, empezó a comer.

Mientras tanto, Akuma y Akamaru estaban acostados junto a las pesas y las espadas del Inuzuka, Akamaru habiendo guardado las espadas en cuanto dejaron de usarlas, y Akuma habiendo agarrado las pesas cuando Kiba se las sacó.

Ambos perros en silencio, mientras el Inuzuka comía, tras esto, Kiba caminó lentamente hacia uno de los árboles que se encontraban en el monte Myoboku, teniendo en sus manos sus espadas, al los sapos y Jiraiya dejarlo salir tras comer.

El Inuzuka se sentó bajo la sombra de aquel árbol, y se sacó su campera, poniéndola en el suelo, dejando ver un gran número de bolsillos internos en esta, la mayoría con múltiples pergaminos de 20 centímetros de largo y 5 de ancho enrollados.

Estos pergaminos tenían una única diferencia, el color, la mitad eran grises, la mayoría de los restantes rojos, y algunos pocos eran azules.

- muy bonito, ¿que tienes ahí? — preguntó Jiraiya agachándose junto al Inuzuka.

- en realidad no mucho, lo instale ayer pensando en la Misión, pero Pain no me dio oportunidad a usarlo — respondió el Inuzuka con una leve sonrisa y sacando uno de los pergaminos rojos.

- los tienes bien diferenciados, ¿que contienen? — preguntó Jiraiya, al su pregunta ser mal interpretada por el Inuzuka.

- los grises están vacíos, son los que aún no decido para que usar — empezó a explicar el Inuzuka abriendo el pergamino rojo, y poniendo sus espadas sobre este, tras apoyar sus manos en el pergamino, las espadas desaparecieron.

Vida Inuzuka Where stories live. Discover now