U N O

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Entro a la habitación ajena sin siquiera tocar la puerta. El dueño de esta estaba sentado en un pequeño sillón individual, con sus piernas cruzadas finamente y totalmente sumergido en la lectura de su libro. Al menos hasta que fue interrumpido y sus ojos se posaron en el reciente intruso.

Relamió sus labios para terminar ladeando una sonrisa y alzar una ceja en un cuestionamiento mudo hacia el otro, quien solo se dio la vuelta para cerrar y trabar correctamente la puerta de la habitación.

— Kim SeokJin... — Pronuncio lentamente el nombre de su amante, dejo el libro sobre la pequeña mesita a su lado y se puso de pie. — ¿Quién se cree usted para irrumpir en mi habitación de esa forma? — Ambos adoraban jugar de ese modo.

Fue jalado bruscamente de la cintura contra la anatomía ajena, sus manos se posaron delicadamente en el pecho contrario mientras mantenía el contacto visual con este.

— ¿Yo? Yo no creo nadie, yo soy alguien. Soy quien lo hace gritar todas noches, ¿O acaso ya olvido eso? ¿Olvido como llora suplicándome?

— Mmm. — Entrelazo sus brazos por detrás de la nuca contraria. El tono de ambos era coqueto, bastante provocativo, a decir verdad. — No recuerdo nada de eso, ¿Sería capaz de recordármelo?

Su pequeña risa luego de terminar la frase fue interrumpida por los labios de SeokJin en un beso violento. Se colgó de él, la diferencia de altura era amplia, ganándole SeokJin por una cabeza y media aproximadamente. Sus besos nunca eran delicados o dulces, siempre eran bruscos y violentos, se mordían jugando para ver quien hacia sangrar al contrario primero, era su forma de quererse.

— Espero que no se le vuelta a olvidar... o acabare castigándolo. — Finalmente respondió SeokJin entre besos y pequeños jadeos. Yoongi desentrelazo sus brazos y camino hacia donde dormía, desatando su larga túnica negra en el proceso.

— ¿Por qué no mejor me castiga ahora? — Sentado en la cama paseo su mano por sus muslos hasta su abdomen de forma provocativa. — Así no vuelvo a olvidarlo, ¿No cree?

— Pequeña perra.

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— ¡No, Basta! ¡Por favor! ¡Suéltenme! — Los gritos y suplicas de la joven quedaron suspendidos en el aire al mismo tiempo en el que la afilada daga de plata rebanaba su garganta. El líquido rojo salpico en consecuencia, mismo el cual su líder extraía y rellenaba cada una de sus copas.

— Que el Rey de la eterna gloria nos haga participes de su mesa celestial. Amen.

— Amen. — Repitieron todos al unisonó, levantaron sus copas hacia el techo y luego las juntaron todas en el centro para hacerlas chocar.

Cada quien tomo de la suya, su mirada se conectó con la de SeokJin, quien lo miraba fijamente desde que había empezado aquel sacrificio. Desvió su mirada antes de que se notara algo extraño entre ellos.

Nadie sabía de lo que compartían, nadie nunca debía de enterarse, no si querían seguir con vida al menos. Una relación entre vampiros como la de ellos era un hecho repugnante y despreciable. Su religión no dudaba en asesinar a todo aquel que la practicara. No podían permitir que eso se replicara.

Sin duda era el peor crimen que un vampiro podía cometer.

Idiota. Creer en eso era ser idiota. ¿Cómo iba a ser un crimen? Esa agonía por conseguir más sangre de tu amante, ahogados en el placer un amor decadente que poco a poco acaba con sus vidas. La necesidad adictiva del cuerpo contrario capaz de llevarte al borde de la locura nunca podría ser un crimen, pero los demás no estaban dispuestos a verlo.

Todos en esa mesa, obviamente exceptuando a él y a SeokJin, eran unos idiotas. Idiotas que seguían esa religión sin sentido la cual condenaba lo que no le parecía.

¿Y él? Él era un hipócrita, lo sabía. Odiaba todo lo que pasaba dentro de aquella mansión, odiaba esa religión la cual debía seguir, odiaba a todas esas personas que bebían alegremente la sangre de la chica entregada a sacrificio pensando que serían perdonados o en el mejor de los casos salvados.

Aunque quizás podría llegar a entenderlo, ese miedo de estar en deuda con algo más poderoso que nosotros nos lleva a hacer cosas impensadas. Seguramente todos en esa mesa querían salvarse del pecado de haber accedido a la vida eterna a costa de consumir a otras personas.

Quizás esa desesperación por una falsa salvación era la que no los dejaba ver el ciclo en el que estaban metidos, pecando para lavar sus pecados. Asesinando y devorando gente para lavar el pecado de tener que hacerlo.

Fuese como fuese, a sus ojos no tenía sentido, pero debía seguirlos para mantenerse a salvo. Si quería seguir viviendo debía seguir todas las estupideces que esa religión diga, debía esconder su amor, aunque lo que más quisiera fuese ser libre con su amante, debía seguir las reglas de esa casa de las cuales cada vez se hartaba más.

¿Por cuánto tiempo más podría soportar lo insoportable? 

🌷

Hola hola~

¿Cómo están? Ya mucho tiempo, ¿No?

Antes de continuar, quiero aclarar:

• Está historia contiene cierta crítica hacia una religión FICTICIA.

• Con está historia NO se busca ofender a ninguna religión ni creencia.

Creo que esto se entiende bien y estoy siendo lo suficientemente clara al respecto, NO BUSCO OFENDER A NADIE, el propósito de esta historia es divertir. Si a usted le desagrada o no le parece correcto el comportamiento de los personajes le pido por favor que se retire de la historia evitando malos comentarios.

Si no es así y está claro que esto es pura ficción puede continuar.

Cualquier comentario de odio será eliminado.

Besos virtuales.

Sadistic NightWhere stories live. Discover now