22. Lluvia

467 45 0
                                    

Hilo rojo del destino / Draco y Harry

0

¿Puede existir algo peor que el tormento de tu alma gemela?

Harry empezó a sentir un constante dolor en su pecho a inicios de sexto año.

Era más como una presión que le hacía difícil el respirar, que le hacía sentirse mal, solo, infeliz. No había remedio para lo que le estaba pasando, no conocía a alguien que le haya sucedido algo parecido, Hermione lo miraba desconcertada. Se sentía vacío.

Se hubiera podido preocupar por eso, si no fuera porque todo fuera estaba derrumbándose, ahora no podía quitar su mirada de Malfoy, ¿porque nadie podía creerle? ¿no lo estaban escuchando?

El cambio que el rubio había tenido era solo una razón más para desconfiar, no comía, ya casi nunca se molestaba por alardear, parecia más como si quisiera ponerse en el lugar más escondido y oscuro de la multitud y simplemente, desaparecer.

Durante los desayunos, podía ver como Malfoy se alejaba de donde comúnmente comía con sus amigos, y aunque ellos les lanzaban miradas, él parecia estar en cualquier otro lugar menos ahí.

Durante una de las clases de pociones donde los pusieron a trabajar juntos ocurrió algo, sabía que Slughorn tenía una abismal preferencia por él, justo como el profesor Dumbledore había esperado. y aunque el primero no estaba interesado en formar lazos con el heredero de los Malfoy -probablemente por el hecho de que su padre era un mortifago- sabía que era uno de los mejores estudiantes en la materia.

Involuntariamente trato de mantener su libro a la distancia, solo le faltaría que lo llegara a ver y se diera cuenta del porqué de su suerte.

Draco revolvía el caldero en contra a las manecillas del reloj por cinco segundos, hasta que después tenía que dar dos al lado contrario. Harry terminaba de moler los escarabajos en el mortero para luego irlos agregando con cuidado, el problema fue cuando rozo su mano.

De primera instancia hubiera solo podido decir que estaba malditamente fría, como si Malfoy estuviera viviendo en un constante invierno. Pero no fue solo eso.

Sintió su palma cosquillear, y el dolor en su pecho que, aunque durante el día era menor, pareció desvanecerse por unas milésimas de segundo.

No quería verlo, no sabía si por miedo a que solo hubiera sido él el que lo sintió o porque hubiera alguna reacción de su parte también.

Con un escueto balbuceo escucho al ojigris dejar reposando la poción y diciendo que iría al estante, Harry no dijo nada aun cuando él ya había traído todos los ingredientes a la mesa.

Para el final del día Harry no podía dejar de pensar en ese roce, en lo magnético e intensificado que se había sentido, se odio por estar queriendo que volviera a suceder.

Ahora en las noches no podía dormir, sintiendo más fuerte la presión, algunas veces se le agregaban dolores de cabeza y unas malditas ganas de vomitar. Hermione ocupaba sus tiempos libres en la biblioteca, con cientos de libros a su alrededor sobre enfermedades ya sean naturales o causadas a propósito. Sobre remedios medicinales o naturales, al grado de que Harry tuvo que calmarla para que no fuera a ir a contarle a Dumbledore sobre esto que, él sentía, iba más allá de lo que estaba pasando con Voldemort.

Pronto se dio cuenta de que sus horas eran pensamientos de cabellos platinados y miradas vacías, de irse a una rutina entre leer al príncipe mestizo y el mapa del merodeador. A olvidarse de cosas que antes le parecían tan importantes como el Quidditch, y dejar de tener apetito. Ahora era como si su estómago se hubiera cerrado sin pedirle permiso, su plato lo miraba lleno y con mala cara ese día en especial.

FlufftoberWhere stories live. Discover now