Cautivo II

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Takemichi dudaba, cabía la alta probabilidad de que fuera una trampa y que al final todo el plan que tenía se fuera abajo. Sin embargo también veía esa ayuda, hasta el momento desinteresada, como una oportunidad para completar su cometido.

—¿Por qué me...? —su pregunta fue interrumpida cuando algunas mucamas volvieron de las habitaciones.

Ambos guardaron total silencio, fingiendo que nunca había ocurrido una conversación entre ambos y cuando volvieron a estar solos, la joven nuevamente le dirigió la palabra.

—En la lavandería hay un pequeño compartimento —la castaña caminó por detrás del sofá donde se encontraba el beta y se detuvo —Si quieres saber podrás encontrarme ahí, regresaré en dos días.

Fue lo único que dijo antes de retirarse de la sala, Takemichi sólo bajó su mirada y su mente se perdió nuevamente en sus pensamientos.

Liberó un suspiro, llevando su mano hasta su rostro y luego de un largo lapso de tiempo, las sirvientas se fueron retirando una a una del apartamento.

«Dos días... que diga eso tan repentinamente, ¿Debería confiar en ella?»

Negó con su cabeza sin poder decidirse y tomó las muletas que yacían a un lado suyo para volver a la habitación, se acercaba la hora de tomar los analgésicos.

Al llegar, agarró el frasco y lo abrió, dejando caer un montón de pastillas sobre su mano. Las observó durante un largo rato, inseguro de ingerirlas puesto que sabía que probablemente no correspondían a su tratamiento.

Sacudió la cabeza y devolvió las pastillas al frasco, quedándose únicamente con la dosis que debía consumir, la puso entre sus dientes y la tomó con ayuda de agua.

«Mikey-kun, ¿A dónde vamos llegar con todo esto?»

Takemichi se acostó boca arriba sobre la cama, su mirada se fijó el techo como si no existiera nada más a su alrededor y segundos después cubrió su vista con la ayuda de las palmas de sus manos.

«Maldición, no sé que hacer y no sé por donde empezar, ni siquiera se como sobrellevar este encierro... ni siquiera me deja acercarme a él de otra manera.»

Tampoco sabía donde se encontraba, ni siquiera si aún seguía en Japón y la situación se hacía cada vez más complicada, como si no hubiera o existiera escapatoria.

La mente puede jugar una mala pasada a veces y tal parecía, ese era uno de esos casos.

Había presenciado tantos futuros diferentes, unos peores que otros, había perdido la cuenta de cuantas veces vio a sus amigos morir y de todas las veces que se sacrificaron para salvarlo. Por más esfuerzo que hacía, nunca era suficiente y era tan frustrante, el fracaso constante lo hacía entrar en desesperación.

A veces, llega el momento en donde uno se quiebra.

No estaba Naoto para sacarlo de ese trance, no estaba Chifuyu para decirle que todo estaría bien, no estaba Hinata para darle palabras de aliento y que lo impulsen a seguir.

Takemichi, ahora, estaba completamente solo.

Se culpaba a si mismo, había arruinado las cosas y ni siquiera pensaba por él, lo decía por sus amigos y quien iba a ser su futura esposa, por todos los problemas que estaba causando y la preocupación que iba a generar su repentina desaparición.

Tantos pensamientos, tantos arrepentimientos y tantas promesas rotas sin cumplir, todo eso rondaba por la mente de Takemichi.

Lo hizo hasta sentir como su cuerpo se volvía pesado, sus ojos comenzaban a cerrarse y cada vez se volvía más difícil pensar lúcidamente, cerró los ojos sin poder evitarlo y cayó al instante en un profundo sueño.

Obsesión |MaiTake|Where stories live. Discover now