Dos

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Para la hora de la cena, Sam y yo habíamos elaborado una larga lista con los nombres de las chicas que habían estado el día anterior en la fiesta. Habíamos escrito unas veinte, y Sam y yo quitamos a cinco muy feas que, en su opinión, jamás enamorarían a nadie. Aquel comentario quizá provocó que sintiera un vacío en mi interior. Nunca sabes de quién te puedes enamorar, pensé. Nunca sabes quién puede llegar y romper todos tus ideales. Tus modales.

—¿Y qué tal Adrianne Hunter?

—¿Tengo cara de saber quién es esa? En mi vida he escuchado ese nombre. ¿De qué iba disfrazada?

—Es una de las ex de Wáter. Y no sé de qué iba disfrazada.

—¿Wáter ha tenido novia alguna vez? —arqueé las cejas, agotado.

—Bueno, íbamos a Infantil cuando se liaron ¿eso cuenta?

—¿Y por qué no sabes cuál era su disfraz?

—Pues porque no lo sé, Nico —Sam se encogió de hombros—. La gente acudió directamente disfrazada y hubo gente que ni reconocí.

Me alboroté el cabello, asqueado. Aquello iba a ser más difícil de lo que había pensado en un principio. Taché el nombre de Adrianne y le devolví la lista a mi amigo.

—¿Rachel?

—¿Qué Rachel? —inquirí.

—Brooks. Rachel Brooks.

—¿En serio crees que me he enamorado de mi mejor amiga en Halloween?

—Era solo una pregunta —se encogió de hombros y permaneció algo encorvado—, aunque hay que admitir que Rachel está genial.

—¡Sam! No me he enamorado de Rachel en todos los años que la conozco, ¿me voy a enamorar una noche en la que voy medio gilipollas y ni siquiera le veo la cara? —torcí la boca—. Tonterías.

Le arranqué la lista de entre las manos y taché a Rachel.

—¿Y Sheila?

Justo cuando abrí la boca para decirle que no, mi móvil empezó a vibrar sobre el escritorio. Rachel me estaba llamando.

—Es Rachel —dije antes de descolgar—. Hola, Rach.

—Eh, Nic ¿qué tal? ¿Te vienes a por una pizza y vemos una peli en mi casa?

Rachel y su velocidad. Siempre lo decía todo a bocajarro y como había salido, había salido.

—Claro, estaría genial. Ya estoy con Sam, así que solo habrá que recoger a Wáter.

Entonces, Rachel pareció demorarse en responder, pero finalmente dijo:

—Vale, ¡genial!

—Nos vemos en casa de Wáter ¿vale? Estamos allí en media hora con las pizzas.

Cuando escuché su asentimiento, colgué.

—Hablando de pizzas, te debo una.

Sam sonrió ampliamente y dejó la lista sobre la mesa.


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Bajé las escaleras con Sam a mi lado mientras hacía molestos ruidos con la boca. Aunque le lancé una odiosa mirada, se quedó callado un instante, pero él era Sam y se puso a silbar igualmente.

Fuimos al salón para que yo cogiera mis llaves y avisara a mi madre de que íbamos a salir. No estaba dispuesto a repetir el mismo episodio que anoche.

¿Atracción o repulsión? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora