Tres

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Sobre las cuatro de la mañana sentí que algo me zarandeaba. Estaba tumbado lateralmente sobre la alfombra del salón de Rachel. Apreté los ojos, molesto. La verdad era que no quería que me despertaran porque todavía tenía sueño. Muy a mi pesar, abrí los ojos y me encontré con un Sam que sostenía mi móvil entre las manos. No me percaté de ello hasta que se lo vi junto a la oreja. Me dispuse a levantarme del suelo, pero con un movimiento muy torpe, volví a caer tumbado en la alfombra.

—Nico, es tu madre.

—¿Y tú por qué coges mi móvil? —le espeté.

—¿Qué pasa? —Wáter murmuraba desde un sillón—. No, por favor...

Me volví hacia él. Había olvidado que Wáter hablaba en sueños. Iba a levantarme cuando, al apoyar mi mano en el sofá –que estaba a mi lado y Rachel tumbada en él durmiendo— cayó sobre mí. Ahogué un grito en mi garganta.

—Pero ¿qué os pasa? —exclamó ella aún sobre mí.

Empujé a Rachel y la eché a un lado. Al incorporarme, le arranqué el móvil a Sam de las manos.

—¿Sí, mamá?

—Ya veo que ibas a llegar tarde.

—La película se ha alargado.

—Ven a casa.

—Aún no ha terminado —mentí.

—Quiero que vengas a casa.

—Es de noche y me da miedo ir solo.

—Tienes que venir a casa ya.

—Mamá, la tía de Rachel ya está durmiendo y no quiero molestar y...

—Dolly está durmiendo en tu cama, cuando lo creas conveniente vienes y te haces un hueco en el suelo del salón.

—Espera, mamá.

Ella dejó de responderme.

—No iba en serio.

Tampoco contestó.

—Lo digo de verdad.

Entonces, descolgó.

—Iba de coña —dije para mí mismo cuando ya no había nadie al otro lado de la línea.

Me quedé mirando la pantalla del móvil, atónito. Me guardé el teléfono en lo que creo que fue mi bolsillo porque en ese momento solo me preocupé por buscar la mirada recíproca de mi amiga.

—¿Puedo dormir aquí? Tu sofá es más cómodo que el mío.

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La suerte que tuve de que Rachel me dejara dormir en su casa no se puede describir con dibujos. Sin embargo, me desperté relativamente temprano para llegar lo suficientemente a tiempo como para, al menos, ver a mi hermana. Cuando llegué, Dolly estaba despidiéndose de mi madre en la entrada. Estaban abrazándose y justo en ese instante a mi madre se le escapó una lágrima. Me acerqué y mi madre me dirigió una mirada intimidante que decidí ignorar. Dolly se volvió al instante hacia mí y una sonrisa se le dibujó en el rostro. No parecía molesta, sino feliz, como siempre. La abracé y ella me arropó entre sus brazos con dulzura y ternura.

—Qué mayor estás, Nicky —me alborotó el pelo y sacudí la cabeza.

—Por favor, no... Los apodos de primaria...

—Lo sé, lo sé; que no vuelvan.

Hacía meses que no la veía. Quizá desde septiembre, cuando ella había entrado en la universidad ya con sus veinte años bien puestos. Pero ella era Dolly Tyler, y siempre sería mi hermana mayor por mucho tiempo que pasara sin verla. La quería muchísimo y, aun sin haberme presentado anoche, no me lo espetó. Mi hermana era increíble.

¿Atracción o repulsión? [COMPLETA]Where stories live. Discover now