"Perdón divino"

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Giré por décima vez en la noche en mi cama intentando buscar una posición cómoda para conciliar el sueño, intentando escaparme del insomnio, pero era algo que no podría salvarme por estar pensando mucho e intentar tener mi mente en blanco.

Aún recuerdo cómo los gritos ahogados se escuchaban en aquella habitación a oscuras, como tambien recuerdo como el miedo de no saber que era lo que estaba pasando hizo que me paralizara por completo.

Había pasado ya 5 años de lo sucedido; pero aún me encuentro en ese estanque mental donde mi mente me hace sentir como si hubiese pasado tan solo una semana de lo sucedido. Porque aunque el tiempo pasó, yo no seguí con él.

Yo era una niña muy feliz, me importaba muy poco lo que pasaba a mi alrededor con tal de solo tener una linda muñeca en mi mano, así era muy feliz.

Yo misma me he creado muchísimos traumas por los cuales no he podido avanzar completamente, a tal punto que simplemente dejo pasar muchas oportunidades de ser feliz porque estando triste y sola, me siento cómoda.

Recuerdo aquella maldita noche como si hubiese sido no hace mucho.

Mi cumpleaños número 11 recién había pasado, unos de mis deseos fue asistir a los carnavales que se hacían en una ciudad cerca de donde yo vivía, el plan era quedarme en casa de una tía junto a una prima a la cual siempre he querido mucho.

Éramos como uña y mugre, y tan físicamente parecidas como dos gotas de agua; solo que ella era tan solo pocos años mayor que yo, pero eso no impidió que nos amaramos mucho y nos entendiéramos, aunque no nos veíamos la mayor parte del año.

Se me hizo ilusión haber planeado una pijamada con ella, asistir al carnaval y recolectar la mayor cantidad de dulces posibles, ir a casa y jugar hasta la hora de dormir, descansar e ir de regreso a nuestras casas al dia siguiente.

Pero esa noche no termino linda, para ninguna chica de esa casa. Aunque habíamos ido al carnaval, conseguido cientos de caramelos y habíamos disfrutado bastante de absolutamente todo, fue la peor noche de nuestras vidas.

Nos habíamos despedido ya de todos, era ya una hora a la cual unas niñas de nuestra edad no deberían estar despiertas; así que nos fuimos a dormir. Por la razón de que era primera vez que me quedaba en una casa ajena sin mis padres no podía conciliar el sueño, por más que intentara cerrar los ojos y contar estrellas no podía.

Minutos después la puerta del cuarto donde estábamos descansando fue abierta de manera suave. El chirrido fue lento y constante, por un segundo se detuvo hasta que volvió a escucharse cuando se cerró la puerta, en ese instante pensé que solo era mi tía vigilando que estuviéramos durmiendo, pero no fue así.

El tiempo pasó lento, la persona que tiempo después me di cuenta que era el esposo de mi tía era quien había entrado en la habitación. Por un momento deje de respirar, pues si había entrado como un ladrón, no era algo bueno el que estuviese allí.

Se acercó a mi prima y no hace falta relatar lo que pasó. Sus gritos siempre estarán en mi mente en cada noche que pasa, la manera en que él intentaba ahogar sus gritos solo podría asemejar con gritos sacados de películas de terror, la manera en como la cama se movía es lo que hoy en día me da ganas de vomitar cada vez que lo recuerdo. Como también cuando intente pararme de la cama y salir corriendo, pero su gran mano había parado en mi muslo izquierdo ejerciendo tanta fuerza que dolía bastante, en ese momento en el que me tocó me quedé paralizada completamente presa del pánico aún más cuando comenzó a acariciar mi pierna como si de un animal se tratase, solo podía mover mis ojos de una lado al otro por la oscuridad de la habitación todo siendo grabado por mi memoria.

Intente contar números, una y otra vez. Intenté pensar en momento lindos, pero lo que estaba sucediendo no me dejaba pensar.

Pero de un momento a otro todo se detuvo, él dejó de moverse y retiró su mano encima de mi. Y se fue por la misma puerta que había entrado, como si nada.

Y yo, como imbecil me quedé inconsciente escuchando los pequeños sollozos.

La mañana siguiente desperté asustada, pero la casa estaba hecha un desastre. La cama estaba toda desordenada y los gritos por los cuales me había despertado hicieron que una opresión en mi pecho se comenzara a formar.

Los padres de mi prima, junto a los míos se habían enterado de lo sucedido, la discusión que se formó duro horas y horas.

Desde entonces mi relación con mi madre empeoró, mis padres hasta el día de hoy no me han dejado salir más de mi casa, junto a más problemas conmigo misma junto al pavor que tengo del contacto físico.

El esposo de mi tía se convirtió en testigo de Jehová, y no hay quien le pueda decir de todo el daño que ha hecho porque para él es como si nada hubiera pasado, no hubo ni un perdón de su parte pensando que un perdón divino arreglaba cualquier error cometido.

Mi prima fue la que peor pudo salir de todo esto, su vida fue decayendo a la nada y solo le han pasado demasiadas desgracias como para contar. No supe nada de ella en todo un año, pero nada era lo mismo.

Para mi no hay día en la época de Enero, Febrero y Marzo que pueda dormir tranquilamente sin que tenga pesadillas o el insomnio total, ni mucho menos que tocaran mi muslos, nunca volví a ser la misma.

Para todos se había convertido todo esto como un mal recuerdo, un secreto familiar que estaba prohibido nombrar. Para mí, se había convertido en un triste momento que se repite en mi mente constantemente.

N/a gracias por leer

Daddy AaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora