"Él es Aaron"

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-Párate derecha, Alejandra.-Me regañó mi mamá paseando una y otra vez por la sala/comedor de nuestra casa. 

Comúnmente, mi mamá no dejaría de molestarme hasta lograr que llegara a estar completamente derecha pero ha estado tan ocupada preparando esta cena que he tomado este pequeño espacio de libertad para leer más a través de mi tablet; el único aparato electrónico que podía utilizar ya que no tengo teléfono, pero usaba la tablet como tal. 

-Ajá.-Le respondí levemente volviendo a mi lectura, pero sin hacerle caso.

-Es enserio Alejandra.-Mi mamá volvió a estar en mi campo de vista con un recipiente lleno de comida. Miré con asco la comida y me paré derecha sintiendo levemente una punzada en mi columna.-Quiero que te comportes hoy. 

-¿Por qué?-Pregunté volviendo a leer una pequeña novela que me había cautivado esta madrugada. 

-Hoy viene el señor Guevara a comer junto con su familia.

-¿Quién es el?-Le pregunté guardando y apagando mi aparato electrónico. 

-Un muy viejo amigo de tu papá y mío, justo su esposa es tu madrina.-Hice memoria de quien era mi madrina, quizás aquella que tengo tiempo sin ver.

-¿Leima? ¿La qué vive en España? ¿Pedro y Leima Guevara?-Fruncí el ceño, ¿Qué hacían aquí en Venezuela?

-Exacto, adoptaron a 3 niños muy lindos. Deberías arreglarte, ya deberían estar llegando por ahí con tu padre. 

-Vale.-Inmediatamente me levanté del sofá para llegar a pocos metros a mi cuarto, nuestra casa es pequeña; pero era perfecta para mí. Mis padres nunca están en casa, mi padre viaja por el país y mi madre trabaja jornadas completas en su trabajo de oficina en una importante empresa de alimentos de embutidos. 

Tras una profunda búsqueda decidí por unos convers de color vino, unos pantalones pegados y una camisa pegada al pecho de color crema, quizás mi mamá me regañe por utilizar ropa tan común, pero según ella vendrán niños, ¡Y por supuesto que jugaré con ellos! Me encantaban los niños de sobremanera, ellos eran los únicos que con su inocencia no te harán daño, o tal vez no psicológico

El sonido del motor de un auto me informó que aparentemente mi padre había llegado, corrí desde mi cuarto a la sala para recibir a mi papá. 

-¡PAPÁ!-Chillé para tirarme a sus brazos, tenía al rededor de un mes sin verlo ya que se encontraba en la parte sur de país trabajando. 

-¡Mi chiquita! ¿Cómo has estado? ¿Te portaste bien?-Me tomó de mis mejillas mirándome dulcemente, mi pecho se infló de emoción y repartí multiple-besos por su cara haciéndolo reír. 

-¡Sí!-Grité agudamente y me separé de él, lo cual me permitió ver que detrás de él estaban dos adultos y tres adolescentes con apariencia de ser mayores que yo. ¿Dónde están los niños? 

Mi papá, Jason, se giró tomandome de la cintura y acercarme a los individuos. ¿Dónde están los niños?

-Mira, Giselle. Ellos son tus padrinos, Pedro y Leima.

Un señor de piel blanca, canoso y de baja estatura junto con una señora un poco gorda de cabellos negros y piel bronceada me sonrieron a modo de saludo y me dieron un abrazo junto con un beso en la mejilla.

-No te veo desde que eras una pequeña niña de 5 años, Giselle. Estas muy grande y linda.-Me dijo Leima, le sonreí tímida y murmuré un "gracias", me avergonzaba cuando me adulaban.-Te presento a mis hijos, ven.-Me tomo de la mano y me llevo arrastras a los tres chicos y en lugar de detallar lo único que se me ocurrió fue mirar mis zapatos.

-Él es Alexander, lo adoptamos en España.-Levanté mi mirada y la concentré en Alexander; un chico blanco de mi misma estatura de cejas muy pobladas y cabello largo negro, ojos marrones claros; tenía apariencia de ser dulce y tímido.

-Un gusto, soy Giselle.-le sonreí a penas y estreché su mano.

-Es el mío-se sonrojó e inevitablemente me sonroje también.

-Él es Gregory, sus padres son italianos igual que tu padrino, pero nació en España igual que Alexander.-Gregory era el más alto y pintaba ser el mayor de los tres, era un poco bronceado y usaba lentes, sus ojos eran verdes y cabello rubio.

-Hola, un gusto en conocerte.-Le dije aún sonrojada, pero de él sonó tuve como respuesta un asentimiento de cabeza mientras miraba a otro lado importándole poco mi presencia, cosa que agradecí.

-Lo mejor para el final.-Se rió Leima.-Él es Aaron.

Daddy AaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora