Capítulo 7. "Un día inigualable"

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Cuando desperté no había nadie a mi lado, me costó abrir bien los ojos. Por alguna razón me sentía cansada, adolorida.
Deje caer mi cabeza de nuevo a la almohada me restregue contra ella para desperezarme, empuje mis manos sobre el colchón para lograr estirarme.

Después de levantarme de la cama, obvio me di cuenta que estaba desnuda, mi pelo estaba un desastre, jajajaja, así que, ¿Así es como se siente, no? Pues no me molesta la sensación. (Eso no suena como yo), pero bueno no puedo ocultar bajo el sol lo que me...nos acaba de pasar.

Me duelen un poco las piernas, la ingle, incluso los brazos. ¿Donde esta? Es lo primero que quiero ver a levantarme y no esta en el cuarto.

-Hola... ya despertaste-
Abrí mis ojos lo más que pude ¡Dios! Lo primero que hago es agarra la sábana, sigo desnuda sentada sobre la cama.

-Hola, si- digo apenada, seguro estoy roja como un tomate.
Ariel ríe que me contagia la risa. -Porque te avergüenzas ahora. Me dice entre risas pero con un toque tierno.
Se sentó a mi lado, y puso su mano en mi mejilla. -Te amo, no tienes porque estar avergonzada,  ayer también me vistes desnudo.

Si, si como olvidarlo, sus músculos, sus manos sujetando mis caderas mientras me embestia con fuerza, mientras me hacia suya.

No pude contestarle, solo aparte la mirada todavía más avergüenzada, él volvió a reír. Se acercó más a mi y me beso el cuello, mi mandíbula, yo con solo eso ya estaba sintiendo cosquillas y punzaciones en mi vientre bajo, el beso subió a mi boca, me besaba con devoción y no podía negarme a besarlo de la misma forma. Sin darme cuenta poco a poco fui soltando la sábana que me cubría y me subí sobre él.

Puse mis manos en su cuello, él no tardo en poner sus manos en mi cintura, él tenía su pantalón puesto, sin embargo, eso no fue impedimento para sentir las dureza de su miembro, gracias al cielo estaba sin camisa, ayer no pude degustarme de sentirlo totalmente pegado a mi  como ahorita, su pecho está pagado al mio. ¡Dios! Es una sensación envolvente, piel contra piel. 

Sin miedo a nada, empecé a desender mis besos a su cuello, su pecho, recuerdo cuando me beso mis pechos y apretó, sin dudarlo empiezo a lamer su pequeño pezón y deciendo a su bonito y un tanto marcado abdomen. No tengo idea a donde se fue la Maquia inocente, con pudor, ahorita solo quiero besar cada línea de esos abdominales pasar mi lengua en ellos. Sus sonidos son mi inspiración a seguir...subo nuevamente a su boca. Ariel sujeta mi cintura y en un 2x3, estoy debajo de él. 

Ariel saca con  una mano su pantalón y lo termina de empujar con sus pies descalzos. Sube sobre mi y me besa, seba cada parte de mi, no puedo callar mi boca ni mi corazón que late por él,  que se degusta en ser probada por él. 
Y así, Ariel me vuelve a ser suya de un solo golpe, un grito de sorpresa y placer sale de mi boca sin que pueda evitarlo, Ariel vuelve su mirada a mi, le sonrió y le asiento para que empiece a moverse.

Lento, primero lento. La sensación de dolor hoy ya no esta, solo se siente diferente pero diferente bien,  no mal. Lo abrazo con mis piernas para acercarlo a mi, sin darse cuenta Ariel acelera sus embestidas contra mi, ya mi boca no tiene trabas en gemir su nombre y gritar del placer que él me hace sentir....

Dos horas después de haber estado juntos, estamos almorzando, creo que más tarde saldremos quiero ir a fuera, tal vez a la plaza de la ciudad, aunque no son los tiempos correctos puede ser peligroso por según entendí muy pronto puede haber una guerra.

-Ariel, Ariel- dije entre gemidos.
Más por favor, más....

Levantó mi cadera, el se puso sobre sus rodillas y aunque era una pasión rara él llegaba más profundo, mis gemidos y los de él subieron de volumen

¡Maquia Maquia! despierta- me dijo Ariel sacudiendo mis hombros.
-Lo siento, lo siento- un bostezo salio de mi boca sin que lo quisiera.
-Aún me siento cansada, tengo sueño- dije con pereza.
Ariel se me quedo viendo con una mirada extraña, y esbozando una pequeña sonrisa.
-Disculpame, pero tus gemidos y mi nombre entre ellos, no me suena a cansancio alguno...yo más bien diría que...No lo deje terminar cuando le puse la manos en la boca.
-¡Oh Dios! Que vergüenza, en serio ¿eso pasó?- pregunté dudosa y avergonzada.  Solo asintió con la cabeza y riéndose...  metí mi cara en el hueco de su cuello y nos volvimos a reír como locos en medio de la sala.

Los dulces y extraños sueños de Maquia (PAUSADA)Where stories live. Discover now