Para Maquia ver la reacciones de Ariel mientras crecía era lo más normal, amaba a su hijo el cual no había dado a luz, a quien arrebato aquel día de aquel cadáver que lo protegió de aquella batalla que hubo. Cumpliendo él los 15 años le dolieron los cambios en su bebé, ella no parecía de la edad que en verdad tenía parecía y seguiría por la eternidad pareciendo una joven de 16 años. Fue entonces ahí cuando por la noches por más que no quisiera su subconsciente la traicionaba, su cuerpo, las reacciones hormonales de su cuerpo le jugaban una mala pasada, aceptaría que fueran de otra persona esos sueños que la tentaba a hacer lo incorrecto, lo podía aceptar mientras no se tratara de él. Era su hijo, es su hijo, su hijo que no dio a luz, pero que cada día se volvió de ella y parte de ella.
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