Capítulo 4

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—¿Me estás diciendo que Erick será tu hermano?— pregunta Gabi que camina a mi lado en dirección a casa

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—¿Me estás diciendo que Erick será tu hermano?— pregunta Gabi que camina a mi lado en dirección a casa.

—Hermanastro— corrijo haciendo énfasis en cada letra.

—Bueno será tu hermanastro y vivirá en tu casa ¿no?

—Sí— asiento con cansancio— Ya te dije cinco veces que sí.

—Joder Bea, la vida a ti no te pones las cosas fáciles.

—Hace mucho me di cuenta de eso.

—Tendrás a Cristina metida en tu casa muchas veces, será una tortura.

—No me he detenido a pensar en eso, porque mi madre está muy feliz y es lo que importa.

—La felicidad de tu madre resulta ser que es traer el infierno a tu casa, que suerte la tuya amiga.

—No me ayudas con esos comentarios optimistas.

—Lo siento amigo— se encoge de hombro y levanta sus cejas— Sabes que soy muy mala con las palabras.

Río y pongo los ojos en blanco— Gabriela Spencer mi mejor amiga es muy mala dando apoyo, acabo de descubrirlo.

—Pero ella te ama— asegura envolviéndome en un abrazo que casi me hace caer a la calle.

—Lo sé— río dando un golpe en su hombro— Pero no me des tanto cariño, sabes bien que lo odio.

—No siempre ha sido así.

—Tienes razón, pero ahora lo es y tienes que respetarlo.

—Ok, no pasará más— cruza los dedos y besa mi mejilla frente al portón de su casa

— Suerte, espero que no te vaya tan mal.

—Espero lo mismo— le tiro un pequeño beso y continuó mi camino.

Por suerte su casa está a pocas casas de la mía, no tendré que caminar mucho tiempo sola, porque la verdad que hoy no me apetece estar a solas con mis pensamientos, pero tampoco me apetecía venir en el auto así que le pedí a Gabi de venir caminando.

Ya frente a la casa veo marchase un camión de mudanza vacío, lo que indica que Carlos ya se instaló en casa, y ya no seremos yo y mi madre, ahora tendremos a dos completos desconocidos viviendo bajo nuestro techo, robando nuestra completa privacidad.

—Buenas tardes, cariño— me recibe mamá que está sentada en el sofá— Tras muy mala cara, ¿todo está bien?

Asiento con una media sonrisa—Un día muy duro, solo eso.

—Buenas tardes, Bea— me saluda Carlos que está sentando junto a ella— ¿Qué tal tu día?

—Muy bien, algo cansado, pero bien— respondo con educación— Estaré en mi habitación descansando, avísenme si necesitan algo.

Contra las Reglas[EN PROCESO]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum