1. Invitada Especial

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Londres, primavera

Sasha Greyson

La mañana había comenzado como el típico día con un cielo lleno de nubes grises y cargadas de intensas gotas de lluvia a nada por estallar sobre Londres. Y mi mañana también empezó de igual manera con esos rezagos de que será un largo y tedioso día. Pero así como esas tormentosas nubes desaparecieron luego de un par de horas, mi mañana también había tomado un giro inesperado.

Luego de varios fines de semana, este es el primero en que no despierto bañada en lágrimas y frío sudor luego de otra silenciosa pesadilla. Nueva York me había marcado tanto que decidí volver a vivir con mis padres al poco tiempo. El trauma del accidente, los gritos de espanto y dolor... No lo sé. Todavía creo que mis emociones se fueron deslizando hacia un punto perdido dentro de mi mente.

El despertar más o menos tranquila quizá sea una señal de que la terapia psicológica ha funcionado, pero con mucho retraso. Seis larguísimos meses, ¿y recién tengo una noche "normal"? He ido con el mejor psicólogo que el dinero puede pagar, y también he aceptado mis errores. "El primer paso para la recuperación es aceptarte a ti misma, Sasha" fueron sus palabras, pero eso hice desde el principio. Claro. Quizá con menos convicción durante los días iniciales, pero fui avanzando en cada sesión sin ver progreso alguno.

Sé que jodí mi última oportunidad por recuperar a Leonor a causa de un estúpido malentendido que terminó literalmente en un accidente. Sin embargo, eso no justifica la tortura que he vivido desde aquel día.

Incluso, le escribí mi más sinceras palabras de despedida antes que se casara. Ahora ella es esposa de Tanya Adler, la supermodelo de moda en estos días, y lo último que se me ocurriría es meterme en una matrimonio. Mentiría si digo que olvidé a mi primer amor, pero cuando el destino te golpea una y otra vez para que entiendas que ese abismo es imposible de flanquear, quizá, solo quizá, es una alerta para que lo dejes y escojas otro.

No me he vuelto a enamorar desde que todo se acabó entre nosotras. Mucho menos salir con una persona. Prefería volverme alérgica a las fiestas y citas. Según Mila Ivanova, el mejor consejero es el tiempo. Ni una sola llamada de Leonor en 196 días. ¿Qué mejor señal que esa?

- Hora de levantarse, princesa.

- Ya estoy despierta -digo arrastrando las palabras antes de girarme hacia mamá-. ¿Crees que podría llamar a la señora Ivanova y decirle que amanecí con un resfriado?

- Sí, claro que puedes, pero no sería lo correcto. Además, yo podría decirle que es mentira.

- No te atreverías.

- Podríamos comprobarlo, ¿no crees? Ahora levántate antes que se enfríe el desayuno.

Mamá me dio unas palmaditas en los pies antes de desaparecer tras las puerta de mi habitación. En verdad que no quiero ir. ¿Por qué no puedo seguir bajo mi régimen de cero fiestas? Bueno, tampoco es que sea una "fiesta" en todo el sentido de la palabra, pero es algo formal con personas que ni conozco. Supongo que ir a ese tipo de eventos forma parte de las obligaciones de ser analista en el banco multinacional de Barclays. Dejé muy buena impresión durante mis meses como pasante en el banco, así que el contrato de trabajo fue consecuencia inevitable de mi esfuerzo.

Un suspiro impregnado de desgana y bajo de la cama. Un poco de agua en mi cara para quitarme la cantidad de sueño que llevo encima, y bajo las escaleras. Desayuno solo con mamá, ya que papá ha tenido que salir temprano al aeropuerto a recibir a unos inversionistas japoneses adictos a la puntualidad.

¡Qué aburrida la vida de los adultos!

Me gustaría volver a mi etapa universitaria donde solo me interesaba dar exámenes y estudiar. Ahora tengo en la mente el reporte de valorización de la empresa de lácteos que debo de sustentar ante mi jefe este lunes que viene.

SuspiroWhere stories live. Discover now