17. ¡Muérdago!

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Tokio, invierno de 2025

Sasha Greyson

No habíamos podido dormir del todo durante la madrugada. Todo por culpa de aquel beso de "buenas noches" que se transformó en un devastador huracán que nos arrancaría la ropa y nos envolvería en lujuriosas caricias y húmedos besos por toda nuestra piel.

Ella sigue durmiendo a mi lado cuando me atrevo a despertarme. Algunos bostezos se escapas de entre mis dientes mientras intento bajar de la cama sin alertarla. Me detengo un par de segundos para admirar lo frágil y tierna que se ve al estar acurrucada con el cubrecama. Le regalo una sonrisa, giro sobre mis talones y voy directo al clóset para sacar una de mis batas. Ya es muy tarde para pedir que nos traigan el desayuno a la habitación, pero quizá adelantar el almuerzo no esté mal. Hago una rápida llama a la recepción pidiendo una comida bastante ligera. Me responden que la traerán en unos quince minutos, así que tengo suficiente tiempo para disfrutar de una copa de whisky.

Solo en fechas especiales me atrevo a beber como si fuese mi desayuno. Supongo que hoy es un día de esos ya que estamos a solo 48 horas de la Navidad. Y nuestras vacaciones se extienden hasta la primera semana del 2026. Será una verdadera delicia estar en Londres esas semanas sin la presión y preocupación de planificar el siguiente viaje de negocios.

Sirvo dos vasos de carísimo whisky escocés y vuelvo al dormitorio en donde mi dulce nena seguro que ya ha despertado. Mi predicción es certera. Apenas aparecí en la puerta, sus ojos se despegan del celular y buscan comerse a los míos.

- Buenos días, dormilona -la saludo besándola en los labios. Sus largas pestañas aletean como alas de mariposa-.

- ¿Todavía es "día"?

- Sí, aún son las once de la mañana -bostezo y me acomodo a su lado en la cama-. Qué ricas vacaciones estamos teniendo.

- Pienso lo mismo. Aunque mejorarán cuando mañana estemos volando rumbo a Reino Unido.

- Extrañas a tu amada Londres.

- Claro que sí. Eso merece un brindis, Sash.

Chocamos nuestros vasos y damos un largo trago de la incendiaria bebida. Ambas nos quedamos en silencio. Este solo es roto cuando volvemos a dar un trago al whisky, pero la quietud consume a la escena. Mi sueño siempre fue tenerlo todo. ¿Acaso esto no es todo? Enumerando: tengo un prestigioso trabajo en algo que me gusta y me hace viajar bastante, soy muy buen en lo que hago, estoy forjando mi propia fortuna -además de la que heredaré de mis padres-, vivo en una de las ciudades más importantes de todo el mundo y estoy bebiendo un whisky escocés de tres mil dólares en vísperas navideñas echada en la cama con la rubia que le dio sentido a mi vida. Entonces, ¿por qué no me siento completa en este instante? ¿Qué es lo que "supuestamente" me falta?

- ¿Me parece o están llamando a la puerta? -la pregunta de Enchantress me trae de vuelta a la realidad-.

- ¡Uy! Casi me olvidaba del almuerzo.

- ¿Tan temprano?

- Nos perdimos el desayuno -chillo a mitad del camino hacia el pasillo-. Muero de hambre.

La deliciosa risa de Mili me acompaña hasta que abro la puerta para recibir la comida. Las chuletas de cerdo glaseadas me saben a gloria. Este es nuestro último almuerzo en Japón por este año, ya que mañana tomaremos el avión por la madrugada. Pasamos un muy buen rato planeando lo que haremos en Londres durante estas vacaciones. Definitivamente nos perderemos un par de días navegando por el inmenso océano del este. Aunque la temporada de invierno puede que sea un gran problema para nosotras. También tenemos pensando escaparnos a los Alpes suizos para esquiar y beber riquísimo chocolate caliente. Después de todo, los planes que yo tenía para disfrutar las vísperas navideñas en Japón no se llegaron a cumplir y de alguna manera debemos de arreglarlas.

SuspiroWhere stories live. Discover now