Capítulo XXXVII

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Madison

Salgo del ascensor despidiéndome del grupo de contadores que salían de reunión. Esos hombres pueden atraparte para conversar y no soltarte nunca más.

—Buenos días, Mónica —saludo a la secretaria frente a su escritorio. Sonríe cálida devolviéndome el saludo apenas levanta la vista de su computadora—. Olvidé darle esto a mis padres esta mañana. ¿Crees que puedas entregárselo por mí? Tengo que irme.

No estaba entre mis planes venir a la oficina hoy. De hecho tengo una cita muy importante con mis amigas, donde se enterarán de lo que ocurrió anoche con cierto niño que ahora es, prepárense... Mi novio.

¡Mi novio! ¿Pueden creerlo? Alexander Baker, el cocinero deportista de ojos avellanas es mi pareja.

Así esté asustada como el demonio y no tenga ni idea de lo que hago, tengo la esperanza de que lo nuestro funcione.
Prácticamente estamos en el mismo rango de experiencia, ninguno de los dos ha tenido una pareja formal que funcione. No creo que sea tan desastroso como lo imagina mi cerebro.

—Por supuesto, señorita Fox. —Asiente tomando el folder—. Por cierto, la señora Dallas ha intentado contactarse con usted.

«Oh, genial»

—¿Cuál de las dos? —pregunto en un suspiro ahogado.

—Teresa Dallas. —Ruedo los ojos. Entiendo que la otra sea más insistente y ataque con llamadas a todo mundo, pero la esposa de Nathaniel era la que peor me caía—. Dijo que reconsidere su petición. Y que piense en sus hermanas.

Mónica conoce toda la historia, no me importa que sepa algo que la prensa podría usar como carne fresca. Confío en ella a ojos cerrados, es casi como mi tía.

—Si te llama otra vez dile que yo dije que se vaya al infierno, pero con palabras más civilizadas.

—Que no está interesada en lo absoluto, entiendo —sonríe con diversión—. ¿Quiere que le prepare un café? Sus padres acaban de salir de una reunión, puede desayunar con ellos.

Mi celular vibra en mi bolso, es Amelie preguntando dónde estoy. De seguro ya llegaron a la cafetería y yo ni las luces de estar cerca, lo último que supieron es que salía de mi casa.

Contesto rápido para despedirme de mi adorada secretaria. —No, gracias. Mis amigas me están esperando para hacerlo. —Me debato entre decirle las buenas nuevas o no. ¿Por qué no?—. Serás la primera en enterarte: Alex y yo...

—¡Son pareja! —me interrumpe con un grito—, es eso, ¿verdad? Por favor dígame que sí.

Asiento viendo para todos lados, como alguien la haya escuchado, la asesino con un bolígrafo.  —Sí, pero baja la voz. —Chilla en mudo—. Mamá y papá no saben todavía, iré a decirles ahora.

—Oh, mi dulce Madison. —Rodea el escritorio para abrazarme con la misma fuerza que usaría para matar a alguien, pero al fin y al cabo abrazo que recibo gustosa—. Estás tan grande, tan hermosa... recuerdo cuando te veía corretear por aquí con tus lápices de colores jugando a ser empresaria. —Por un momento se olvida de hablarme con esa estupidez de usted, solo somos Madi y Moni, una chica con su tía hablando de su nuevo novio guapo—. Hacen una pareja espectacular, puedo verlo en la forma que se tratan.

Se separa para verme a los ojos, tiene un brillo especial que nunca había visto antes en ella, supongo que es porque es la primera vez que le presento a un chico que no sea solo mi amigo.
Mueve el mechón de cabello que molestaba en mi mejilla y deja la mano en la zona.

—Te quiero, Mónica.

—Y yo te quiero a ti. —Se queda unos cuantos minutos en silencio—. Quiero ser la tía favorita del niño.

The Real YouWhere stories live. Discover now