Corral

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  Qué desdichados deben ser aquellos que permiten ser hablados por otros, aquellos que sólo se mueven entre las paredes de lo socialmente esperado para cada sujeto de la especie humana.

 Ah, ¡los parámetros de la sociedad no son más que un corral cuyas cercas de cartón sucumben ante las mojaduras de la primer tormenta que llegue! Y siempre estará aquél desafortunado que, respaldado en una de ellas, cae hacia el otro lado cuando el límite cede y al tratar de apoyarse para volver a subir la masa húmeda se aplasta bajo el peso de su mano, de su corporeidad, mientras todos contemplan horrorizados cómo alguien se ha salido del círculo, alejados lo suficiente de los restos de la cerca como para que nadie fuese a siquiera pensar que estaba en sus planes salirse.

  ¿Qué esperaban?, cabe preguntarse; si bien sabido es que el peso de la carne y los huesos es mayor al que el simple cartón podría soportar.

De la Carne Blanda y el Alma ResecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora