56

697 52 18
                                    

Parezco una psicópata o algo por el estilo, en el balcón asomada acechando a su víctima, esperando a que llegue para saltar sobre ella. Pero mi víctima, por más que espere, no llega. A estas alturas estoy casi desesperada, llevo prácticamente toda la tarde sin saber nada de Fede.

Son las diez y media de la noche cuando por fin se encienden las luces de la casa. Espero un par de minutos para tranquilizarme y no actuar sin pensar primero, pero soy incapaz ahora mismo, nunca me he encontrado en esta situación.

Llamo a la puerta, impaciente, un minuto después me abre y entro sin saludar.

— ¿Qué haces, Fede? Has estado desaparecido todo el día, pensé que te había pasado algo — Le espeto, enfadada.

— No es nada, he estado liado — Me dice, su voz sigue sonando apagada.

— Ya, claro — Chasqueo la lengua — ¿Me vas a decir lo que te pasa o vamos a estar así mucho tiempo?

— Tienes razón, supongo que debemos hablar. — No esperaba esa respuesta pero aún así, la acepto.

— Hablemos — Asiento, tragando saliva.

Me siento en el sofá y él me acompaña sentándose a mi lado.

— ¿Y bien? — Le pregunto, ansiosa.

— Verás, he estado por ahí, pensando... en que no sé hacia dónde va lo nuestro. Estaré loco... pero es como si, de repente, nada tuviera sentido.

— ¿Por qué dices eso? — Me salen las palabras automáticamente, sigo digiriendo lo que acaba de decir.

— ¿Recuerdas la conversación en la casa rural? Me dijiste que no te gustaría nadie de tu edad, que el único en tu vida era yo. — Sigue explicándose, decido dejar que lo haga para entender algo.

— Y así es — Digo, segura — ¿Qué ha cambiado de ayer a hoy que te tiene así?

— Pues... ese tal Alex que pregunta por ti. — Suelta en medio de un gruñido — Y además, llevo muchos días dándole vueltas a tu futuro, a qué pasará entonces. Supongo que es un cúmulo de cosas.

— No tengo ni idea del porqué preguntó por mí — Muestro una mueca asqueada — Pero te aseguro que no tengo nada con él, ni con ningún otro, ¡Fede, soy yo!

— Eres joven, ¿crees que tendrás futuro con el primero que se cruza en tu camino, que no habrá nadie más en tu vida? Te queda mucho por vivir, y hasta dudo que pueda ser conmigo.

Noto un nudo en la garganta, ¿está terminando conmigo, con nuestra relación? Parpadeo, intentando que las lágrimas no comiencen a salir, me arden dentro de los ojos pero intento contenerlas.

— Pero... Fede, yo quiero que seas tú. Que siempre seas tú. — Suelto con un hilo de voz.

— Eso es ahora pero, ¿qué pasará dentro de unos meses, cuando aparezca otro y veas que esta relación es una locura? Me dejarás destrozado... porque yo sí tengo las cosas claras, pero no sé qué pasa por tu cabeza, eres demasiado joven. 

Ya está bien, me cabreo. Me levanto, con la rabia recorriendo cada parte de mi cuerpo y poniendo los brazos en jarras.

— ¿De verdad crees eso después de todo? — Pregunto, a voces — ¿Dónde queda lo que hemos vivido, la llave que tiramos por el puente, todas las muestras de amor o todas las promesas? Me dijiste que nos quedaba toda la vida por delante, una vida juntos.

— Pero yo...

— No, Fede — Le interrumpo — Esto no es así, no puedes ser tan cobarde — Por primera vez me mira a los ojos, y percibo que no tienen ese peculiar brillo de siempre — Dijimos que íbamos a luchar, y yo lo haré, me da igual si vamos corriendo hacia un precipicio, ¿sabes por qué? Porque vamos juntos, y si caigo, que sea contigo cogido de mi mano.

— Sufriremos... — Murmura.

— Pues de eso van las relaciones, ¿no? De disfrutar, de reír... pero también de llorar, y de sufrir. Solo tenemos que hacer que la mayor parte sea buena, y eso... tú y yo podemos hacerlo. Contigo quiero que todo sea posible. — Parece que he perdido las fuerzas de golpe, estoy débil de repente.

— Te quiero pequeña, te quiero... con toda mi alma — Se pone de pie, viniendo hacia mí y abrazándome, hundiendo su cabeza en mi pelo.

— Y yo a ti, amor — Noto como dos lágrimas recorren mis mejillas, pero ya me da igual — Soy joven, lo sé. Pero estoy segura de cada paso que doy contigo, el camino que tenemos que recorrer. Pero necesito que los dos queramos hacerlo, que recojamos juntos las piedras de ese camino y las tiremos para seguir adelante.

— ¿Estás completamente segura? — Se aparta de mí, con ambas manos en mi cara, sin dejar de mirarme a los ojos.

— Lo estoy. — Asiento, con varias lágrimas recorriendo mi rostro — Y te lo demostraré esta noche, se lo diré a mi padre, le diré que quiero pasar mi vida contigo. Si no quieres que lo haga, dímelo ahora y esto se acabará aquí. No te obligaré a hacer nada que no quieras.

— Sé que me quieres pequeña, no te imaginas el bien que haces en mi vida — Suspira — Salió en sol cuando tú apareciste.

— Eres el primero Fede, lo sé... pero jamás querré a nadie como te quiero a ti.

— Está bien, intentémoslo — Da un seco asentimiento.

— Quiero que tú también estés completamente seguro — Sigo dudando, no esperaba esto, no después de todo.

— Lo estoy, no más dudas, te lo prometo. Solo de pensar que cualquier chico puede aparecer en tu vida y enamorarse de ti tal como lo hice yo y... me ha nublado. — Respira hondo — Pero quiero que seamos tú y yo, ¿vale?

— Tu y yo amor, para siempre.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora