63

707 50 12
                                    

Volvemos cogidos de la mano, me agarro a él con todas mis fuerzas, deseando no soltarlo nunca.

— ¿No te cansas de hacer todos mis sueños realidad? — Le pregunto ya en el camarote. Ha sido un día perfecto, desde la mañana a la noche.

— Nunca me cansaría de algo así, pequeña — Contesta, descalzándose y sentándose en la cama. — Me daré una ducha, puedes acompañarme si te apetece.

— Vale — La palabra brota de mi boca por sí sola.

¿Vale, y ya está? Sí, eso parece. Ya no hay dudas, ni titubeos. Me sorprendo a mí misma, pero es así.

Hay una bañera enorme con forma ovalada, en la que cabemos perfectamente los dos. Cuando me quito la ropa hasta quedarme en bikini y voy hacia allí Fede ya está dentro, sumergido. Hay espuma en el agua y no puedo ver nada, pero siento vergüenza al instante.

— Llevo el bañador — Sonríe, como si ya supiera lo que estaba pensando — Tranquila, pequeña. — Me ofrece su mano para que lo acompañe.

Me meto con él, el agua está muy buena, caliente, pero no quemando. Es agradable y placentero.

— No estaba pensando en eso... — Miento.

— Sí que lo hacías — Suelta una carcajada — ¿Tú crees que sería capaz de hacer algo así, desnudarme sin ni siquiera avisarte? Eso es cosa de dos.

— Lo sé — Digo, mirando mis dedos bajo el agua.

— Ven, princesa. Date la vuelta.

Me apoyo en su pecho, de espaldas a él, mientras el agua nos cubre casi enteros, Fede me roza con su dedo los brazos, desde el hombro hasta la muñeca, después las piernas, desde el tobillo hasta el muslo, son lentas caricias y que hacen que me estremezca sin parar.

— Estoy disfrutando mucho contigo — Me dice, apoyando su barbilla en mi hombro — ¿Quién me iba a decir que iba a encontrar lo que siempre he estado buscando en una... alumna?

— ¿Lo que siempre estabas buscando? — Pregunto, sin comprenderlo.

— Si, además de que me parece que eres preciosa, coincidimos en muchas cosas y estamos a gusto el uno con el otro, eres la persona indicada. — Se encoge de hombros.

Era cierto, a los dos nos gusta el deporte, casi el mismo tipo de música, a ninguno nos gusta demasiado participar en fiestas y eventos, somos más de planes tranquilos, quedándonos en casa... si, se podía decir que somos bastante parecidos.

Cuando salimos del baño, Fede se va fuera a vestirse, tan caballero como siempre, ¿qué iba a pasar esta noche? Pensar en ello hace que me tense.

Diez minutos después salgo del baño peinada y con el pijama corto cubriéndome parte del cuerpo. Aunque con el clima cálido que tenemos, casi ni hace falta llevar ropa.

— He traído una película — Fede está en el sofá, esperándome — Te prometo que no ha sido premeditado.

— ¡Venga ya! ¿Titanic? — Río al ver la carátula.

— No tenemos porqué ponerla — Se encoge de hombros — Solo pensé que estando aquí, era la idónea.

— Si amor, pero... solo espero que no tenga el mismo final — Bromeo, sentándome a su lado.

Fede me rodea con un brazo la cintura, para que estemos más cerca el uno del otro.

— No, pequeña, lo nuestro no puede terminar de manera tan trágica, es demasiado bonito — Susurra en mi cabeza, dejándome luego un tierno beso.

— Bueno, lo de Rose y Jack también lo era...

— ¡No me compares! Lo nuestro supera a Titanic, al diario de Noah y a todas las películas de amor que hayan existido.

— ¿Ah, sí? — Pregunto ahora, haciendo que nuestros ojos coincidan.

— Pues claro que si, ¿acaso lo dudas?

Se acerca a mí dándome un casto beso en los labios. Yo acaricio su pelo, ahora mojado y le devuelvo el beso, un poco más largo esta vez.
Me mira a los ojos y sonríe antes de volver a besarme, más largo, más profundo. Yo no tardo en corresponderle, nunca dejaría de hacerlo.

— Me encantas, pequeña — Al abrir los ojos y mirarme veo ese brillo que dice exactamente lo que acaban de pronunciar sus labios, que me quiere.

Siento esa punzada que cada vez voy comprendiendo más lo que significa, que lo deseo, con toda mi alma. Cada caricia suya hace que mi cuerpo reaccione.

— ¿Estás bien? —Me pregunta examinando cada parte de mí.

— Muy bien, amor — Si, sorprendentemente estoy mejor que bien.

Vuelve a mis labios con ganas, pero al mismo tiempo con dulzura, con precaución, con cuidado.
En todo momento procura que yo esté cómoda, así lo siento.

Con sus manos recorre varias partes de mi cuerpo, son caricias suaves pero que parece que se clavan en mi interior.

— Pequeña — Se detiene para atenderme, yo simplemente asiento, quiero que continúe — Solo tienes que decirme que pare y lo haré, ¿de acuerdo? Esto solo pasará si tú estás completamente segura.

— Lo estoy — Le doy mi consentimiento, cogiendo su cuello para atraerlo a mi boca de nuevo.

Y sucede, estoy preparada para eso que nunca he querido pensar, para lo que llevamos esperando muchos meses. Sucede y es algo tan perfecto que no me arrepiento.

Unirme a Fede por completo es el momento más feliz de mi vida a partir de ahora.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora