Tampones Para Draco [harco] [Primer Libro]

Capítulo Dos

Harry y Draco están sentados en el sofá. En realidad, Draco está tumbado y el alfa está sentado en la esquina. Harry dibuja patrones sin sentido en los pequeños pies de Draco y besa la planta de su pie a veces. Draco rueda los ojos y se muerde el labio inferior por las cosquillas mientras ve la telenovela.

"¡Tengo ganas de morirme!" Se lamenta Draco de nuevo, llevándose las manos a la cara y frotando su rostro con frustración. Harry lo mira atento, su alfa interior siempre está atento a Draco y sus necesidades.

"¿Por qué, cariño?"

"Se me olvidó que me llegaba el celo, ¿Cómo pude olvidarlo? Mierda, seguro que mi madre me saltaría con 'Siempre debes apuntar tu celo en un calendario pequeñito, Draco'." Protesta, imitando una voz aguda. Harry asiente, no entendiendo muy bien la situación de Draco. Porque, gracias a Dios, él nació para ser un alfa.

"¿No puedes tomar algo que alivie tu dolor además del sexo?" Harry antes le había sugerido a Draco ir a la cama, pero Draco justificó que estaba agotado y estaba mejor en el sofá calentito. Harry se deprimió, hoy no era día de sexo salvaje. Lástima.

Un puchero se hace en los labios de Draco, gime derrotado.

"Se me acabaron los tampones, y mi té para los calambres en mi estómago también." Se queja, agarra un cojín y se lo pone en la cara, gruñendo. "Ahógame Harry, te lo pido." Suplica. 

"No, a no ser que sea cuando hacemos el amor. Lo siento." Juguetea con su pie, divertido. Draco le da una patada en el costado, Harry sisea una maldición.

"Alfa sin huevos." Dice Draco, su voz es amortiguada por el cojín.

De repente, Draco se quita el cojín y se sienta sobre sus tobillos, sus ojos están iluminados y tiene una sonrisa resplandeciente. Harry enarca una ceja.

"¿A qué viene esa sonrisa repentina, que estás tramando?"

"Harry, por favor." Comienza Draco, y Harry sabe que algo va a salir mal de todo eso. "Mi alfa, compañero de mi vida, mi sol, mi luna, mi estrella, mi todo..."

"¿Qué quieres, Draco?"

La sonrisa se agranda en la cara de Draco.

"¿Puedes ir a la tienda para omegas y comprar todo lo que necesito, por favor?" Suplica, Harry abre los ojos totalmente horrorizado. "¡Venga, cariño, por favor!"

"¿Qué? No, Draco, jodidamente no. ¿Estás loco? ¡No puedo ir a una tienda de omegas y comprar tampones!" Exclama con obviedad, nervioso y algo avergonzado.

"Oh, ¿pero si puedes ir a una sex shop de omegas para comprar bragas para mí?" Draco rueda los ojos.

"Draco, sé razonable." Harry murmura, masajeando sus sienes.

"¡Claro, ahora estoy hinchado y apesto a lubricante y ya no me quieres!" Exclama, sensible y afectado. "¡Bueno, jódete Harry!"

"Sol..."

"No, déjame. Púdrete o ahógate en un río, pero lo haces fuera que no pienso arrastrar tu gordo cadáver" Se queja, negándose a mirarlo. Harry suspira.

"Draco, mi hurón, tengo una imagen que mantener." El omega abre los ojos como platos, mirándolo aún más ofendido. "Draco Lucius Malfoy, no empieces."

"¿Disculpa? ¿Cuando dices 'Tengo una imagen que mantener', te refieres a que no puedes ir a una jodida tienda a comprar lo que necesito?" Draco hace las comillas, con bonitos anillos enroscando sus pequeños dedos. "¿Es en serio?"

"Draco, es diferente."

"Cierto, lo es. Lo tuyo es ridículo, lo mío es mayor. Yo también tengo una imagen que mantener, ¿sabes? Trabajo para una maldita galería de arte, soy artista, ¿crees que sería agradable pintar con una jodida sandía de barriga cuando lleve a nuestros cachorros, Potter?"

Ahí está ese nombre, ese nombre que hace que el instinto animal de Harry gruña, porque Draco lo usa cuando está furioso.

Habían hablado de tener cachorros, era lo que Harry más ansiaba, pero Draco lo hacía esperar. Harry odiaba esperar a veces.

"No saques ese tema, Draco."

"¿Ya no quieres que hablemos de mantener la imagen, James Potter?"

"No es mi culpa que no quieras tener hijos conmigo porque no quieres engordar y no estás dispuesto a hacer el sacrificio de quedarte embarazado." Gruñe. Es demasiado tarde para cuando ha procesado sus palabras.

Draco lo saca de allí, lanzándole desde cojines, hasta el mando de la televisión.