Capítulo 3

929 75 0
                                    

Abrió la puerta con brusquedad, recibiendo como respuesta un chillido.

- ¿QUÉ DEMONIOS...? – gritaron dos voces a la vez: la de Harry y la de...

- ¿Hermione?

- ¿H-Harry? – la castaña se levantó del piso (había caído del susto), con el cabello más desordenado que de costumbre, los ojos rojos y sorbiendo la nariz.

- Eh, ¿qué tienes? ¿Estás... bien?

Sí, claro, gran pregunta, Harry, gran pregunta. Ves llorar a alguien y vas y le preguntas si está bien. Qué inteligente.

- ¿Ah? Sí, bien. Solo... necesita un momento sola, ya sabes. Muchas cosas allá afuera, mucha presión.

- Te entiendo perfectamente – asintió Harry con amargura. – Justo venía a lo mismo. Ya sabes, estar solo.

- Oh, bueno. Supongo que estoy demás aquí, entonces. – cuando Hermione se disponía a salir de la casa, Harry la tomó de la muñeca delicadamente.

- No. No te vayas – murmuró – En realidad, no estás demás aquí. Eres buena compañía. Quédate un poco, anda. Tal vez puedas sentirte un poco mejor.

Recuerdos vinieron a la mente de Hermione con un simple gesto.

*flashback*

- ¿Piensas salir?

- Sí

- ¿Con este frío?

- Ajá – Hermione tomó un libro y un abrigo de los más gruesos. Esa obra, "Grandes esperanzas" de Charles Dickens estaba cada vez más intrigante. Le encantaba.

- Y... ¿de qué trata ese libro? Digo, veo que te interesa mucho.

Hermione lo miró con curiosidad y recelo.

- No creo que te interese – bajó la mirada de repente – Además, nunca te gustó para nada esto de leer. – y empezó a caminar hacia la puerta.

- Espera – tomó a Hermione de la mano – Puede que nunca me haya gustado, ni nada por el estilo, pero al menos podrías intentar explicarme de qué trata. Tú explicas muy bien. Mirando el lado amable, así no tienes por qué alejarte tanto del calor de la chimenea – dijo, sonriendo de lado.

Hermione también sonrió, asintió y ambos fueron a sentarse frente a la chimenea, mientras ella hablaba sobre su fascinación por cómo escribía Dickens.

*fin del flashback*

La chica sacudió un poco la cabeza.

- Sí, tal vez sí. – ella sonrió.

Y, como en los viejos tiempos, en los que a pesar de que afuera se hubiera desencadenado una guerra, a pesar de que tuvieran tantas cosas de que preocuparse, compartieron un momento de risas, recuerdos, un momento repleto de esa felicidad y esperanza que ambos dejaron en ese lugar.

QUÉ HUBIERAMOS SIDO JUNTOS - HARMIONEWhere stories live. Discover now