Capítulo 8

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Harry la miró fijamente. ¿Qué hubiera pasado? Merlín, es una pregunta que tiene la respuesta más larga que daría en toda su vida. Y, lo sorprendente, es que esa pregunta también se la había hecho él en más de una ocasión.

- B-bueno... - Harry sintió calor en sus mejillas.

- Ya sé, es una pregunta de lo más estúpida – Hermione también se había sonrojado.

- Para nada. Aunque no lo creas, yo también lo he pensado.

- ¿Enserio? – la chica no supo disimular su sorpresa.

- Sí. Pero creo que responderte me demoraría horas de horas.

- Sería... bastante intenso.

- Esa no es la palabra que yo usaría – replicó él – Más bien... interesante.

- ¿Ah sí?

- Claro. Me imagino... una casa como esta, sencilla y acogedora, con la chimenea encendida siempre que haga frío. Tú sentada cerca al fuego, con un libro muy grueso en tus manos. Y yo simplemente contemplándote leer...

Y, de repente, una canción inundó el lugar. Lenta, melódica, llena de recuerdos. O children de Nick Caves & the Bad Seeds ambientaba el lugar, sonando en el celular de Hermione.

El gran recuerdo de su momento de soledad, de su gran misión, su ancla a la poca cordura que en un momento de quedaba a ambos, era marcar un antes y un después en muchas cuestiones.

- Esa canción...

- Si quieres la quito.

- No, no se te ocurra – dijo Harry, cerrando los ojos un momento.

Se dedicaron por un par de minutos a disfrutar del ritmo de la canción, hasta que...

- ¿Bailamos? – Harry le ofreció la mano a la castaña.

Ella lo miró, dudosa. Pero aceptó. Y empezaron a balancearse al compás, con calma, mirándose a los ojos. Miles de cosas fueron las que una sola mirada transmitía. Un movimiento, una mirada, un solo acercamiento y sus labios estaban unidos, fundiéndose en un beso necesitado de amor, lleno de esas emociones que se estancaron en esa cabaña, escondidas, empolvándose, pero que al volver a reunirse en ese lugar se removieron en ellos.

Pero eso no debía pasar. Ellos no están juntos. Cada uno tiene una vida hecha, no podían cambiar nada de lo que estaba prescrito.

Lo único que podían hacer era disfrutar de ese primer y último beso que sus labios probarían del otro. Y atesorar esa idea tan... efímera. Una quimera que queda solo en fantasía.

QUÉ HUBIERAMOS SIDO JUNTOS - HARMIONEWhere stories live. Discover now