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Tommy recordó la mañana siguiente a su regreso a Small Heath desde Francia. Estaba en casa, pero simplemente se sentía como un fantasma de sí mismo. Todo lo que una vez supo se sintió extraño y diferente a lo que recordaba. No era el hombre que era cuando se fue al frente. Hubo un breve recuerdo de escuchar a Arthur y John abajo, hablando animadamente con Finn, que en ese entonces era solo un niño. Tommy miró por la ventana hacia Watery Lane. La calle que solía correr arriba y abajo cuando tenía la edad de Finn.
Ahora estaba de regreso. Un soldado magullado y dañado mucho más profundo que solo su piel. Pero no había terminado. La guerra no lo había matado, por lo que no había terminado. El mundo sabría el nombre de Shelby, le gustara o no.
La mañana del funeral de John, Tommy estaba en la misma ventana mirando hacia la misma calle. La gente comenzaba a recordar el nombre de Shelby. Pero el costo había sido más severo de lo que Tommy anticipó inicialmente. Sin embargo, no había vuelta atrás. Estaba demasiado profundo. Con un suspiro, Tommy se metió en el baño humeante en medio del dormitorio. Charlie y Leah todavía dormían. El niño no se dio cuenta por completo de lo que sucedía a su alrededor. Leah empezó a moverse cuando Tommy encendió un cigarrillo. Se sentó y se separó con cuidado de Charlie, que se aferraba a ella mientras dormía.
Había sido una noche larga.
La mayor parte de la familia estaba en estado de shock, diferente a todo lo que habían experimentado antes. Parecía insondable pensar que John moriría alguna vez. Era una figura tan robusta de la familia. Ahora la familia previamente destrozada estaba aún más rota. Pero al menos estaban todos juntos por primera vez en mucho tiempo.
—Thomas.
Leah se sentó y trató de leer su rostro. Tenía los ojos vidriosos, la mente obviamente en otra parte. Su cabeza se movió levemente en su dirección, el único reconocimiento de que realmente la había escuchado. Leah suspiró suavemente y se puso de pie. Cogió su bata y se envolvió en ella.
—¿Cómo te sientes hoy?
Acercó un pequeño taburete a la bañera.
Tommy apoyó la mano en el borde de la bañera, con el cigarrillo colgando entre los dedos. Se quedó mirando la pared frente a él.
—No sé.
Finalmente admitió en voz baja. La frente de Leah se arrugó.
—Lo siento.
Ella susurró y tocó su brazo, atrapando algunas de las gotas de agua persistentes del agua de la bañera.
—He sido terrible contigo durante las últimas semanas.
Sacudió la cabeza sutilmente.
—No. No te he tratado como te mereces.
La culpa se acumuló en su estómago, acumulándose con todo el resto que había sentido por todo lo que había hecho.
