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Leah Mary Shelby

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Leah Mary Shelby.

Cogió la licencia con asombro.

Sra. Shelby.

Ahora era una Shelby.

No fue más que firmar algunos documentos y citar sus votos legales. Pero Tommy sostuvo la mano de Leah todo el tiempo. Sus ojos azules con una suavidad que estaba reservada para ella nada más.

Cuando la besó, selló la promesa que se hicieron el uno al otro. Tommy siempre estaría ahí para ella y la protegería. Y si fuera necesario, Leah se ocuparía de Charlie.

Pero ella era optimista y la licencia tenía una posibilidad para ellos. La posibilidad de ser una familia. Una familia era algo que Leah había perdido la esperanza de tener hace mucho tiempo. Una familia que Tommy intentaba desesperadamente mantener unida.

Una vez que todo estuvo dicho y hecho, Leah tuvo que sentarse. El vestíbulo del consejo estaba en silencio, solo algunas personas entraban y salían. Encontró una silla para sentarse mientras estaba temblando. Tommy la siguió, sin soltar su mano.

—¿Bien?

Preguntó en voz baja y se arrodilló frente a ella. Ella sonrió y asintió con la cabeza a pesar de que tenía lágrimas en los ojos.

—Lo siento. Simplemente no esperaba encontrar el amor de nuevo.

Le temblaron las manos cuando se acercó para tocar su mejilla.

—Nunca esperé volver a hacer esos votos. Después de todo, lo hice... pensé que nunca merecería amor de nuevo.

Suavemente le pasó el pulgar por la mejilla para enjugarle las lágrimas.

—Lee—su voz era baja y suave con afecto.

—Cuando viniste a buscarme a Midland. Tommy, nunca he superado eso.

Admitió tímidamente, su labio inferior temblando.

—Me enamoré de ti en ese momento. Tenía miedo de que nunca te sintieras de la misma manera por lo que yo era.

Tommy tocó su frente con la de ella y la acercó.

—No importa de dónde vengamos ninguno de los dos. Importa dónde estemos ahora. Eres mi esposa y nunca dejaré de amarte. Estaremos bien, ¿no?

Leah asintió con la cabeza y se echó hacia atrás y sollozó.

—No quise emocionarme del todo.

Ella se rió débilmente y se secó las mejillas. Él sonrió y le pasó el pulgar por la mejilla una vez más antes de ponerse de pie.

—No necesitas disculparte.

Le tendió una mano para ayudarla a levantarse del banco.

—Vamos, tengo algunas cosas que arreglar esta noche.

𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄𝐒 ━ THOMAS SHELBYWhere stories live. Discover now