Capítulo 2

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Comida picante

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Comida picante.

Capítulo 2


Aquella noche, Bakugou no fue capaz de conciliar el sueño. La razón, un fastidioso pecoso de melena peliverde. Uno que había logrado colmar cada gramo que aún conservaba de paciencia.

Pero, aún con molestia guardada pensó que sería mejor dejarlo pasar. Estaba seguro de que aquel bastardo terminaría cansándose, hartándose y rindiéndose. Después de todo nadie era capaz de seguir el ritmo de las amenazas de Katsuki. Que aunque no iban enserio, si que intimidaban.

— Bastardo.— susurró ligeramente antes de voltear su almohada y quedarse profundamente dormido, creyendo que un niñero era cosa fácil de manejar.

Pero que equivocado estaba.

[...]

— Izuku, ¿a donde fuiste? Ya es demasiado noche...— la voz preocupada de Inko Midoriya, la madre del pecoso resonó por toda la habitación. — No me digas que es otro trabajo de medio tiempo cariño...

El peliverde se dejó caer en la cama, tomando un pequeño respiro y dirigiendo su vista a la pantalla del teléfono.

2:03 am.

Cerró sus ojos momentáneamente para después girarse hacia su madre, quien no le quitaba la mirada de encima.

— Deje el dinero en la mesa, creo que será suficiente para cubrir los gastos del hospital este mes. Y sobre la universidad, si me esfuerzo creo que podré entrar a la clase de apoyo— el pecoso sonrió al mismo tiempo que se levantaba, intentando ignorar el cansancio que su cuerpo no paraba de recordarle.

Izuku Midoriya, un chico que forma parte de ese pequeño porcentaje de personas que no poseen una particularidad. Incapaz de ingresar al curso de héroes, pero dispuesto a hacer todo lo posible por ser de utilidad.

— Izuku, no necesitas presionarte. El tratamiento puede esperar, además, me gustaría que fueras a una universidad más, normal...— su madre estaba preocupada, eso era obvio. Entrar a la UA era sumamente demandante, y el solo hecho de ingresar a una escuela como esa ya era entrar a un mundo sumamente peligroso.

Uno al que no quería que Izuku perteneciera.

— Tranquila mamá, estaré bien. ¿Por qué vas a descansar? Iré a dormir también, ¿de acuerdo?

Inko lo pensó unos instantes, quería seguir hablando, pero tampoco era capaz de negarle a su hijo las pocas horas de sueño que le quedaban. Asintió brevemente y caminó hasta la puerta, no sin antes dirigirle una mirada pacífica al pecoso.

El niñero pecoso - KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora