XXVI. Andar por ahí y nada más

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— ¿Un caballo? Mi señor, a este paso va a empobrecer. Debería cuidar mejor su dinero. No es el emperador ni puede hacer jade con solo desearlo. —amonesta Jimin con preocupación por la cantidad de regalos que Namjoon le hace.

Las cajas musicales, por lo que se enteró hace poco, son muy caras. Vienen de China y otros países más allá. Son extremadamente raras y muy pocos saben fabricarlas. Sin mencionar que los materiales para hacerla también son complicados de conseguir. Y Namjoon le regaló una como si nada. De las más raras que hay de momento por lo elaborada de su melodía.

Ahora, de la nada, le dice que le compró un caballo. Es muy bonito. Pelaje blanco y largo en las patas que le dan un aspecto felpudo. Jimin le acaricia con cariño, el animal luce nervioso. Namjoon niega con la cabeza.

—Debido a la falta de consejo y que hago todo el trabajo que debería hacer más gente, me pagan más. Mi remuneración es mayor de la que puedas pensar. No te angusties. —explica a Jimin que continúa inquieto. Aun así, es mucho dinero que gasta. Lo preocupa que luego quede corto para cosas importantes

Mira esa cabecita que apenas sabe contar hasta diez, tratando de comprender economía.

—Siempre puedo enseñarte al respecto si te interesa.

—No creo aprender.

—Nunca se sabe. En la prueba y error está el éxito.

Jimin se muerde los labios y continúa con sus mimos al caballo que se relaja. Da un chillido breve cuando Namjoon lo levanta para ayudarlo a subir al corcel. Recoge el jeonmo del suelo y se lo entrega a Jimin que hace puchero. Con lo que cuesta ponerlo bien.

Pasear a caballo no entra en sus actividades favoritas en lo absoluto. Prefiere quedarse aprendiendo algún baile antes que salir. No obstante, lo bonito es el final: un río que corre tras el palacio imperial, relativamente afuera de Hanyang. Es muy fuerte y rodeado de bosque. Llegar ahí a pie es complicado por el terreno, pero con un caballo es muchísimo más sencillo.

Namjoon lleva su trabajo a todos lados, por lo que a Jimin no le sorprende que esté leyendo mil cosas sobre el imperio antes que jugar con el agua.

— ¿Te recuerda a casa? —pregunta a Soo que va de un lado a otro inquieta—. Aunque en realidad no la conociste mucho. —Añade Jimin con tristeza. Su falda amarrada para evitar que se moje demasiado.

— ¿Nació de un rio? —cuestiona Namjoon extrañado. Jimin niega con la cabeza.

—No. Estaba jugando en el rio que había tras mi pueblo. Hacia burbujas con jabón que le robé a mí mamá—ríe por la nariz de recordarlo. Se había ido corriendo para que ella no lo notara. Le molestaba mucho—. Una se llenó de agua de repente y como se me hizo tan rara, quería agarrarla. Me caí en el río y me empapé muchísimo, pero la sujeté. Espere por un rato ¡Plup! —Suena los labios—. Soo estaba ahí. Era tan pequeñita.

—Así que nació de tu diversión.

—Tal vez. Nunca lo he pensado.

Ladea la cabeza, observa al muchacho que continúa jugando con enorme dragona de aletas como tul. Se da un buen susto cuando Jimin cae en el agua y demora demasiado en salir. Se levanta de su lugar y va a buscarlo a costa de mojar su ropa. Namjoon se resbala y aunque no se cae directo al agua, si se hace una cortada muy grande en la mano por culpa de la roca en la que se apoyó.

Acaba bajo el agua por un tirón y un par de metros más adelante saca la cabeza y al sacude. Parte del peinado se le deshace y Jimin se ríe cubriéndose la boca, cayendo atrás, pero sin moverse, la corriente no lo empuja, ni siquiera lo golpea, lo acaricia tan suavemente que le da envidia no poder hacer lo mismo. Jimin se levanta y Namjoon se fija en su cabellera. Como si el rio entero fuera una extensión de él.

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora