20. Storsed

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POV. Adalid.

Tomé su mano y sonreí maravillada, mi cabello volaba por el viento

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Tomé su mano y sonreí maravillada, mi cabello volaba por el viento.
Sus ojos no hacían más que mirar a los míos, apreciando cada instante que pasaba.
Estábamos descalzos en la orilla de un río, el musgo era nuestro tapete y el cantar de los pájaros era nuestra música. El sol era ligero, había tantas nubes que daban la impresión de protegernos del mal.
Estábamos en alguna parte de algún bosque, sólos ahí, haciéndonos compañía.

Entre sus manos tomó las mías y besó cada una con ternura, acarició mis brazos con las puntas de sus dedos.
Me acercó a él, jalándome con tanta ternura en las manos que me hacía pertenecer al grupo de nubes, me rodeó por la cintura, la tomó con firmeza, pero sin hacer presión.
Mis brazos quedaron atrapados entre mi pecho y el de él, nos balanceamos con suavidad, el movimiento era casi nulo, pero no significaba que no estuviera ahí.

No teníamos que decir nada para saber lo que sentíamos uno por el otro, porque las palabras lo complicaban todo, sin embargo, las acciones siempre fueron las que definieron el amor que nos tenemos.
Sentía su respiración en mi cuello, mis manos no hacían más que acariciar su pecho.

Sentí mi corazón ir venir, como si no fuera él el responsable de mantenerme viva, aunque quizás ese era James, quizás mi cuerpo solo hacía que estuviera viva, pero James me hacía sentirme viva, porque si mi corazón moría, sé que ahí estaría él, para darme la mitad del suyo y si el suyo moría, sabía que él me prohibiría darle el mío, pero quizás olvide que soy tan terca que le daría todo y cada parte de mí.

No me interesa vivir en un mundo en dónde él no esté conmigo, no podría.

Me volví concentrar en él, en su olor, su respiración, la manera en la que su cabello se mecía junto a nosotros y el viento.
En como me abrazaba, cómo acariciaba mi cabello y susurraba cosas en mi cuello, por fin me atreví a hacer algo de lo que tanto tiempo temí.

Tomé su rostro entre mis manos con lentitud, rozando sus mejillas y acariciando las mismasn, suaves toques y suaves movimientos.

Lo acerqué a mí, con tanto miedo de arruinarlo todo, pero también de perderlo, mirando sus ojos, sintiendo sus manos y oyendo su corazón supe que no había que tener, él estaba ahí, y supe que se pudo haber alejado de mí hace mucho, pero no lo hizo.

El cálido abrazo, fuerte y acogedor hacía que cada parte de mí quisiera quedarme así hasta que mi cuerpo me pidiera descanso, pero él siempre me dió paz, era tanta nuestra cercanía física y sentimental que parecía que nos uniríamos como una sola alma, pero nuestros labios querían tener un contacto propio, único y real.

Disfrutando el instante que parecía estar detenido en el tiempo, me concentré en lo que James me hacía sentir.

Cuando nuestras respiraciones se unieron, nuestros labios estuvieron a punto de juntarse.
Los pájaros dejaron de cantar, el musgo se comenzó a sentir pegajoso y la altura del río subió, el soplar del viento se volvió intenso obligándonos a separarnos. La tierra comenzó a partirse, el agua nos empezó a cubrir. Viento, agua y tierra nos impedían besarnos.

Azul TormentaWhere stories live. Discover now