Parte II
Iris
Abro los ojos lentamente pestañeando varias veces, la luz dificulta mi visión. Observo a mí alrededor, estoy en una habitación blanca, detallo mi horrorosa vestimenta, estoy conectada a muchos cables. Comienzo a desesperarme, intento levantarme pero alguien toma mi mano, centro mis ojos en la persona que permanece a mi lado.
Viste con jeans y una camiseta blanca que se apega a su cuerpo, su cabello negro esta revuelto y sus ojos azulados intensos posados en mi.
- No puedes moverte. – me dice, pestañeo sin quitar mis ojos del.
- ¿Dónde estoy? – pregunte en un susurro.
- En el hospital de Toronto en Canadá. – responde.
¿Qué mierda hago en un hospital? Y ¿Por qué no recuerdo casi nada?
Lo último que recuerdo es que estaba en el Jet, comencé a sentirme mal y de repente todo se volvió negro.
- ¿Qué...hago aquí? ¿Qué paso? – suspira.
- Perdiste la conciencia en el jet, debido al combate que tuviste al salvar a melina. – señala mi abdomen. – por no dejar que te revisáramos antes, pusiste tu vida en riesgo, estando al borde de la muerte. – guardo silencio.
- ¿te das cuenta lo que provocaste? Por tu inmadurez casi mueres. – me regaña. – odio cuando te comportas como una mocosa de 5 años. Eres inmadura, terca y orgullosa al no querer recibir ayuda de los demás. – Ciento que si sigue regañándome mi cabeza va a explotar.
- Cállate, por favor, ciento que mi cabeza va a explotar. – musite.
- Lo que hiciste fue muy irresponsable de tu parte, sobretodo al ser comandante. – sigue con el sermón. – eres una inmadura.
- Y tú eres un idiota, joder, te dije que te callaras ¿Qué acaso no te dije que me duele la cabeza? – me mira serio. – y no eres mi padre para que me regañes así.
- Soy tu superior, tu coronel. – se inclina hacia adelante, siento su aliento a centímetros de mi boca. – y agradece que no te baje de cargo por unos meses. – lo fulmino con la mirada.
- No te atreverías. – sonríe.
- Rétame, de verdad que soy capaz y si no lo hice es porque eres una de las mejores en el comando. – chasquea la lengua. – pero tenlo por seguro que si una situación parecida a esta vuelve a ocurrir, no dudare en bajarte de cargo por unos meses. – me advierte.
Estoy a punto de hablar pero entra un señor canoso de ojos verdes que al parecer es mi doctor, Adrian se aparta parándose junto a mí.
- Espero no estar interrumpiendo nada. – dice, centra sus ojos en mi. – veo que has despertado. – me dice. Se acerca revisando mis signos vitales y mis ojos con una linterna pequeña.
- ¿Cómo te sientes? – me pregunta. Adrian observa todo lo que hace el doctor sin despegarse de mi lado.
- Bien, ¿ya puedo irme de aquí? – el doctor suelta una risa.
- Lamento decirte que no puedes irte todavía, te quedaras aquí unos cuatro días más. – niego con la cabeza.
- Eso no podrá ser doctor, tengo muchas cosas que revolver y mucho trabajo que hacer. - el sonríe.
- Señorita grey, no está en discusión. – revisa mi informe médico. – usted es la paciente enferma y yo el doctor, le pediré que no me diga cómo hacer mi trabajo.
- Y debe estar agradecida, sobre todo de su esposo que nunca perdió la esperanza por usted. – centra sus ojos en adrian
¿Dijo que adrian es mi esposo?
JE LEEST
peligrosa cercanía
RomantiekDos familias poderosas, importantes en la élite relacionadas con el ejército. Llenas de decretos oscuros que arrastran del pasado, enfrentándolos hoy en el presente. Ambas familias nunca creyeron que sus hijos se conocerían desatando, lascivia, des...