Capitulo 19

242 26 4
                                    

Parte II

Iris

Abro los ojos lentamente pestañeando varias veces, la luz dificulta mi visión. Observo a mí alrededor, estoy en una habitación blanca, detallo mi horrorosa vestimenta, estoy conectada a muchos cables. Comienzo a desesperarme, intento levantarme pero alguien toma mi mano, centro mis ojos en la persona que permanece a mi lado.

Viste con jeans y una camiseta blanca que se apega a su cuerpo, su cabello negro esta revuelto y sus ojos azulados intensos posados en mi.

- No puedes moverte. – me dice, pestañeo sin quitar mis ojos del.

- ¿Dónde estoy? – pregunte en un susurro.

- En el hospital de Toronto en Canadá. – responde.

¿Qué mierda hago en un hospital? Y ¿Por qué no recuerdo casi nada?

Lo último que recuerdo es que estaba en el Jet, comencé a sentirme mal y de repente todo se volvió negro.

- ¿Qué...hago aquí? ¿Qué paso? – suspira.

- Perdiste la conciencia en el jet, debido al combate que tuviste al salvar a melina. – señala mi abdomen. – por no dejar que te revisáramos antes, pusiste tu vida en riesgo, estando al borde de la muerte. – guardo silencio.

- ¿te das cuenta lo que provocaste? Por tu inmadurez casi mueres. – me regaña. – odio cuando te comportas como una mocosa de 5 años. Eres inmadura, terca y orgullosa al no querer recibir ayuda de los demás. – Ciento que si sigue regañándome mi cabeza va a explotar.

- Cállate, por favor, ciento que mi cabeza va a explotar. – musite.

- Lo que hiciste fue muy irresponsable de tu parte, sobretodo al ser comandante. – sigue con el sermón. – eres una inmadura.

- Y tú eres un idiota, joder, te dije que te callaras ¿Qué acaso no te dije que me duele la cabeza? – me mira serio. – y no eres mi padre para que me regañes así.

- Soy tu superior, tu coronel. – se inclina hacia adelante, siento su aliento a centímetros de mi boca. – y agradece que no te baje de cargo por unos meses. – lo fulmino con la mirada.

- No te atreverías. – sonríe.

- Rétame, de verdad que soy capaz y si no lo hice es porque eres una de las mejores en el comando. – chasquea la lengua. – pero tenlo por seguro que si una situación parecida a esta vuelve a ocurrir, no dudare en bajarte de cargo por unos meses. – me advierte.

Estoy a punto de hablar pero entra un señor canoso de ojos verdes que al parecer es mi doctor, Adrian se aparta parándose junto a mí.

- Espero no estar interrumpiendo nada. – dice, centra sus ojos en mi. – veo que has despertado. – me dice. Se acerca revisando mis signos vitales y mis ojos con una linterna pequeña.

- ¿Cómo te sientes? – me pregunta. Adrian observa todo lo que hace el doctor sin despegarse de mi lado.

- Bien, ¿ya puedo irme de aquí? – el doctor suelta una risa.

- Lamento decirte que no puedes irte todavía, te quedaras aquí unos cuatro días más. – niego con la cabeza.

- Eso no podrá ser doctor, tengo muchas cosas que revolver y mucho trabajo que hacer. - el sonríe.

- Señorita grey, no está en discusión. – revisa mi informe médico. – usted es la paciente enferma y yo el doctor, le pediré que no me diga cómo hacer mi trabajo.

- Y debe estar agradecida, sobre todo de su esposo que nunca perdió la esperanza por usted. – centra sus ojos en adrian

¿Dijo que adrian es mi esposo?

peligrosa cercaníaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu