CAPITULO LXV

238 22 17
                                    

vámonos de viaje — Bándalos chinos


_____________

Había hecho lo que María José me pidió ese día, había limitado mis salidas. Ella no me había dicho el porqué, solo había sido clara en cuanto a las instrucciones. Me avisó de la posible distancia por Bruno y a mi me pareció totalmente creíble lo que me ponía en la mesa. Llevaba ya dos días en casa, descansando en el pequeño departamento con un balcón muy lindo.
Había también cambiado de número de línea y también deshecho cualquier rastro mío.

En el trabajo todo el mundo tenía prohibido hablar de mi y en cuanto a Alejo: El había estado buscándome por supuesto, pero hice mi trabajo en cuanto a alejarme y eso he estado logrando. No me arrepiento. Me siento casi en paz. Excepto por la vocecita que me grita en la cabeza que no todo estaba bien; entre posibilidades, la de que quiero arruinar todo lo que amo y rodeó y sobretodo, el pensar que haber puesto ese límite era una tontería y que podíamos solucionar todo hablando.

Claro, yo soy una experta huyendo, a mi esas cosas se me dan. Solo que, con el paso de mi estancia aquí me di cuenta que: romantizar todo no es resolver todo.

Eran solo mis ganas de huir de todo y de todos. Volvía a donde mismo. A que ella era mi salvación. Posiblemente el rastro de mi culpabilidad hablando, había dejado a Alejo enfermo en Houston, solo, convaleciente.  Pudo haber pasado algo y como también soy cobarde no podía regresar a casa para verificar que estuviera bien. Nadie en la oficina lo había visto estos dos días, inclusive, habían llamado a casa pero el no contestaba, es más, no contestaba nadie.

"Calma, Paulina"

Seguro es cosa para hacer que te preocupes de más y que salgas corriendo a su rescate. Se sabe que es una persona dependiente ¿como te fijaste en él al principio de esta pesadilla?

Las mentiras pueden más. Siempre, supongo que como dicen:  "es verdad que la costumbre, es más fuerte que el amor"

Tal cual.

Razones para volver, tenía muchas. Tenia bastantes... pero no podía hacer que mis pies se movieran de aquí. Era ahora mi lugar seguro, mi guarida y todo lo que yo necesitaba por ahora.

Ya se me había hecho raro que Alejo no mandara a ninguno de sus secuaces cuando salí de casa. Bueno, es que no se enteró. Pero puede que lo haya sospechado.

Esa vocecita traviesa en mi cabeza que ríe por lo que hicimos. Bueno, es que no le dará tanta gracia cuando nos demos contra la pared y se nos caiga la realidad encima, entonces sabremos todo lo que hemos estado evitando, tapando el sol con un dedo decimos algunos.

La posibilidad de que yo la librara era demasiado baja y digo, tampoco es como que iba a morir pero... no sé, me seguía dando cuenta de los pequeños cabos sueltos que dejaba o que me montaba en la mente, nunca podré estar en paz.

El me iba a encontrar y... allí se acabaría todo nuestro "sucio secretito"

Que estaba enamorada de mi ex, que tal vez jamás deje de amar. Pero como dije: soy muy buena huyendo.

El sabotaje es una de las armas más feas que pudo haber inventado muestra conciencia. Separando a ambas como dos personas diferentes. Soy yo contra ella.

En fin, todo estaba tranquilo, estaba bastante tranquilo. Revisé mi correo y mientras bebía vino ella llamó.

Conteste al segundo tono viendo su foto y la de Bruno, contemplando lo que fue mío y no lo es más... tuve de nuevo, coraje y remordimiento de pensar, que ellos no eran mi familia por el abandono y que por más que hiciera y moviera cielo mar y tierra no sería lo mismo.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz