CAPITULO XXXVIII

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¿Que tiene que ver qué una persona sea cuerda o sea aparentemente cuerda?. Hoy me siento como esos días en los que me levanté de la cama y dije: no tienes derecho a creer en nada, en nada.

Después de haber aterrizado en el viaje más largo junto con purificación nos hemos ido a nuestra casa, tenía exactamente un año que no veníamos, pero siento como si todo se hubiera movido de lugar. No sé si Catalina había venido antes para darle una hojeada a todo, la realidad es que ella dejo de mandarme la correspondencia desde que me confesó que me amaba.

Pienso darme un baño antes de poder salir a la calle. Le he dicho a purificación que no me quedaría con ella aquí, preferí rentar mi piso aparte para no tener más conflictos con ella y creo que le vendrá bien la privacidad. Me cambiaré mañana. Por otra parte deje a Elena en mi casa con Bruno y los niños, insistió en qué no quería ver a su familia y estar lejos por unos días.

Por lo que se ha quedado en la casa, he salido a la ventana, para ver el atardecer y poder fumar a gusto. Sin tanta presión que me invade.

Debería de ir a ver a Catalina ahora que estoy en la ciudad y hacer frente a lo que nos pasó. Era mi mejor amiga y creo que ya le di mucho tiempo para que podamos pensar mejor en lo que pasó. La quiero de regreso en mi vida si ella me quiere de regreso en la suya.

Me he bañado y cambiado para salir a su apartamento. Tomando las llaves de la casa junto con mi saco dispuesta a salir me llama purificación.

-¿vas a salir? - me pregunta tomando un cojín de la sala y sentándose en el sofá.

- eh... Si, saldré un rato con Rafael y con Rita a la oficina. - le sonrió

- ah, está bien. Nos vemos en un rato entonces.

- claro que sí. Descansa. - abro la puerta y me dirijo a bajar por las escaleras del edificio. Siempre uso el elevador pero los nervios no dejan que pueda usarlo para ir lo más rápido.

He visto en el camino a muchos de mis vecinos que tenía tiempo que no los veía, aunque en el fondo los eche de menos, en bienvenidas y abrazos cálidos me dejaron salir. Camino por la calle yendo a un lugar o esquina donde pueda tomar un taxi y conducirme a casa de Catalina que espero sea la misma que la última vez. Me muero por verle. Al rededor de quince minutos en ese taxi me dan para dejarme al frente del edificio donde vive.

Reconozco que casi nunca soy de evidenciar que tengo nervios pero dado que estoy en ascensor yendo al departamento en el piso en el que se encuentra Catalina mientras escucho la música de fondo del mismo me pone de punta los vellos del cuerpo. En el fondo del corredor está la puerta blanca con marco azul turquesa de su casa, donde seguro está. Me acerco lo más despacio que puedo para no llegar lo más rápido, darme tiempo de pensar en la cara que quiero poner para mirarle o siquiera, gilipollas que soy, ni siquiera le he traído un obsequio o algo de México. Que tonta. "Maria Jose ya estás aqui" me reprendo.

Levanto mi mano para dar el primer toque de la puerta cuando está se abre dejándome ver a Catalina que al verme en la puerta cambia de color a un pálido más pálido que el de su piel. Sus ojos azules se topan con los míos mientras que abre la boca de sorpresa. Su melena roja está atada por un moño alto que hace que se le escape algunos mechones por el frente.

Mientras que yo me quedo parada en la puerta sin siquiera decir nada más que tener la boca abierta, por qué siento que el alma me ha abandonado y no puedo reaccionar.

- ¿M-maria J-jose? - dice ella titubeante

- si, hola Catalina - le respondo. - siento haber venido así sin avisar... Tu ya te estás yendo, entonces, me retiro.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Where stories live. Discover now