CAPITULO XI

683 40 16
                                    

Cuando bajo del auto, puedo sentir como me arde la sangre de nuevo. Volver a ver a Kim es demasiado para todo lo que está pasando ahora. Al menos Paulina está bien con este tema y podré verla en la cena de hoy a solas. Paso aún lado de ella sin siquiera saludar, se que es tan descortés pero la verdad es que lo que menos quiero es tener contacto con alguien tan repugnante. Si ganamos la tendré en la oficina de colaboradora. No puedo creer que esto me pase. Si no la soporto en pocas horas, no me imagino como colaboradora.

Me conduzco hacia el elevador para poder subir a mi oficina. Pero antes paso por el mostrador para recoger correspondencia o algo.

– Buenos días, Carmencita – saludo a la recepcionista.

– Buenos días licenciada Riquelme. –solo sonrió amablemente.

– puedes decirme Maria Jose, sin ningún problema.

– gracias... Maria Jose. – tiene una voz titubeante pero entiendo que es normal.

– ¿sabéis que nuevos paquetillos tengo? - les digo a las dos chicas del mostrador, ella revisa para mí mientras escucho unos tacones acercándose poco a poco hacia donde yo.

– nada licenciada. – me responde ella mirando por el corredor

– bien, nos vemos en la tarde.

– hasta luego.

– ¡Maria Jose! – me detengo por la voz que me acaba de hablar, en verdad ella me acaba de hablar. Que descaro.

Ni siquiera me he molestado en querer voltear a verla. No me interesa.

– ¡Maria Jose! –repite y ahora más molesta le respondo.

– ¿pero que coño quieres? - le digo volteandome y tratando de mantener mis niveles de enojo tranquilos. No me conviene hacer una escena aquí.

– ¿podemos hablar?

Me volteo a hablar al elevador soltando una risa, que descaro. Que bárbara diría Paulina.

– no tenemos nada de que hablar. Deje muy claro todo.

– ambas sabemos que si. Que si no resolvemos esto el caso no irá bien.

– debes de poner muy buenos pretextos de aquí en adelante si te quieres acercar a mi. – ella me toma del brazo para poderme ver, pero solo su contacto hace que quiera salir corriendo de allí –  no me vuelvas a tocar. ¿Entendiste? – le retiró mi brazo, frotando como si me hubiera manchado. El asesor se abre ante nosotras y la invitó a pasar. Se que va para el mismo piso así que espero que suba.

– esperaré el siguiente para que puedas ir cómoda.

– ¡Ah! Genial. – me introduzco en el asesor presionando el botón de hacia donde me dirijo y volteo la mirada a otro lado. Solo verla me asquea. Cómo no me di cuenta antes.

Llegó al piso correspondiente y me introduzco a caminar por el corredor cuando uno de los abogados me habla para preguntarme algo.

–  hola María Jose. ¿Cómo estas?

– muy bien ¿y tu? ¿Que sucede?

– ¿es cierto que regresa Kim?

–  hostia tío. –  tomo mi tabique de lo estresada que me pone este tema. ¿De verdad será el centro de atención?

–  si, regresó. Y te voy a pedir que te mantengas al margen de todo esto porfavor.

Me conduzco hacia el mostrador que está cerca de mi oficina junto con mi asistente. Es un horror de día.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora