CAPITULO XXXI

295 40 70
                                    

Al paso de los días te das cuenta de muchas cosas, una de ellas es que Reparar lo irreparable es una perdida de tiempo; que lo roto aunque trates de pegarlo estará fisurado. Y lo mismo pasa con la confianza, una vez rota nada la puede pegar de nuevo.

- Buenos días cariño - me saluda Alejo viniendo a mi que estoy en la cocina donde estoy tomando café. Dándome un beso en la cabeza. Volteo los ojos frustrada.

- buenas - le digo seca mirando el periódico que es completamente nefasto.

- ¿todo bien? - pregunta sirviéndose una taza de café.

- señor, ¿Quiere que le traiga el desayuno? - dice la muchacha del servicio.

- si porfavor.

Ella se va dejándonos allí. Hoy a diferencia de los otros días no lo tolero. Es tan familiar este sentimiento.

- Pregunté algo.

- si, todo bien - le digo mirandole a los ojos, sosteniendo una mirada desafiante. Esa de pocos amigos.

El aparta la visión suspirando pesado cuando le traen el desayuno para la resaca que debe de tener; ojalá le dure todo el día al cabron.

- ¿que has pensado de nuestro viaje a Madrid?

- Nada - le respondo rápido - no creo que vayamos a ir. - miro como si nada las páginas. Con esa mirada cínica.

- ¿pero que has dicho? ¿Por qué?

- por qué tengo mucho trabajo cariño y apuesto a que en la oficina te necesitan más que cualquier otra cosa - le digo con una voz dulce y sarcástica.

- no se que te tiene tan de mal humor hoy, pero no me quedaré a aguantarte.

- si, ve a la oficina a quitarte el estrés. - pongo el periódico en la mesa mientras el se levanta. En cuanto digo eso el me voltea a ver, atónito. Y yo le sostengo la mirada.

- ¿De que cojones hablas? - me dice haciéndose la víctima.

- ¿sabes que? no... Me voy yo primero. - me levanto de la silla y camino contoneandome al irme, muy feliz. Cojo mi bolso de la sala y mi abrigo. - "good bye darlin" - le agitó la mano y me conduzco a la salida. El quedó atónito mientras yo sonreía triunfante. ¿Estás segura de no haber tenido este sentimiento antes, Paulina?

Camino al trabajo hay un tráfico normal, normal en esta ciudad de mierda.

Suspiro poniendo mi mano en mi cara, haber escuchado lo que me dijo alejo en la noche me ha puesto de muy mal humor el día de hoy. Ni siquiera sé si por la mentira o por el hecho de no saber que me oculta.

Trabajar es lo único que ha hecho que me mantenga entretenida, pensar en papeleos y en todo lo demás es reconfortante para mí. Mi teléfono de la oficina suena. Y yo volteo los ojos por la sensación de que me han arrebatado la paz que sentía.

- Aguirre - digo para contestar el teléfono.

- señora, han traído un arreglo de flores en la entrada para usted. El mensajero está esperando para que pueda subir.

- ¿flores? - le digo extrañada. En ese momento entra Lucia a mi oficina.

- ¡que te han mandado flores tía! - dice emocionada, mucho más que yo. Solo volteo los ojos, se de quién pueden venir. Por qué siempre que tenemos una discusión y el no ha ganado hace ese tipo de cosas para contentarme y para cubrir con regalos la culpabilidad.

- ¿Señora? - me pregunta la chica a través del teléfono.

- ah, eh... Si, haz que suba. Gracias - le cuelgo, cubriendome después la cara con las dos manos frustrada.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt