21- Dónde tú estés

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El corazón le latía tan agitado mientras sus dedos apretaban la improvisada coleta que le había formado con el cabello a su novia.

Sabía de primera mano que besaba bien, pero la increíble forma en la que le estaba chupando, sin piedad alguna, lo estaba llevando hasta su límite.

Sus labios le envolvían tan delicadamente, pero el subir y bajar de su cabeza, desde la punta a la base, le estaba haciendo tener visiones del paraíso.

La sensación calida era similar a cuando estaba dentro de ella, pero el morbo ante la intensidad de su mirada, con ella apreciando como su cara se retorcía en una mueca de placer, le hacía querer venirse en su boca enseguida.

La mancha de los restos de labial sobre la base de su miembro cuando ella lo sacaba de su boca para darle atención a los testículos, se estaba volviendo la cosa más caliente que nunca había visto en su vida.
El sonido de la saliva haciendo ruidos cuando chocaba contra la parte posterior de su garganta le exitaba, rogándole a su cuerpo poder alargar un poco al menos aquella sensación, antes de decepcionarla si se venía incluso antes de haberla penetrado al menos una vez.

El silencio no era algo que realmente le molestara, por lo general, lo sensorial era la forma en que se comunicaban la mayor parte del tiempo mientras tenían sexo. El movimiento apresurado de sus caderas, las manos apretando, los besos en el cuello que buscaban el contacto ageno... Ese gemido ronco en la oreja del otro cuando estaban por llegar, indicándole al otro que estaba pasándolo de lo mejor.

Funcionaban como un reloj juntos.

_______ le indicaba donde tocar, como moverse y si algo no le gustaba, simplemente le pedía que parara para intentar otra cosa.
Shinichiro agradecía la instrucción, ya que de no escuchar la retroalimentación que su futura esposa le daba a cada paso, el nunca habría sabido la forma de curvar los dedos dentro de su coño para alcanzar el punto g, o lo mucho que la chica disfrutaba  cuando su lengua envolvía el pequeño botón entre sus piernas.
Porque, si, cada vez que le prácticaba sexo oral, su libido se deleitaba escuchando los lloriqueos ahogados mientras sus piernas le apretaban las mejillas.
Quería escucharla gemir, pero estaba disfrutando tanto el ritmo que tenía aquella felación, que no podía detenerla tampoco.

—Shin, ya son las 2:40, tenemos que estar en casa de tu abuelo a las 3:00.
Se separó un momento de su miembro, sin dejar de sacudirlo con la mano derecha y hacer que el chico tirará la cabeza atrás contra el sofá.
—Ya voy, ya voy... Solo un poco más.

Ella volvió a su trabajo, dándole atención a la punta con mayor ímpetu, consiguiendo que una segunda gota de líquido preseminal se escapara del cuerpo de su novio, tomando esa como la señal para dar por terminados los juegos previos.

Vió la expresión contenida de su prometido, abandonando momentáneamente su labor y abriendo uno de los condones a su alcance para colocarlo de una vez.
—Yo lo hago
Intervino el pelinegro, rezando a todos los Dioses aguantar el segundo asalto en cuanto vió como _______ arremolinaba la faldilla del vestido sobre su cintura, tanteando el elástico de las bragas lilas para sacarlas.

Bendita era esa mujer siendo sensualmente maravillosa con cada sutil movimiento.
Sus dedos tomando la delicada tela y cuidando no arrugarla demasiado mientras buscaba la posición correcta para montarse en su regazo.
—¿Por qué no te lo quitas?
Preguntó el chico al verla dejar de subir el vestido, un poco decepcionado del bloqueo de sus senos a la vista.
—Hoy no hay tetas, Shin. No tenemos tiempo.
Dijo con un poco de pena, subiendo a horcajadas sobre él y dirigiendo el miembro erecto hasta la entrada de su cuerpo.

Satisfacción total.
El chico la llenaba, haciendo sutiles pero efectivos movimientos con la cadera, mientras le mantenía un poco en el aire para poder entrar.
—¿Me das un beso?
Habló Shinichiro al ver la concentración de su novia a mantenerse sobre sus rodillas, tomándole por la parte trasera del cuello para atraerla, apretujándole con la mano libre el culo.

Era un aprendiz rápido. Había aprendido a no esconder su lengua al fondo de su boca, usando la punta para coquetear un poco con los labios, mordiendo el labio de vez en cuando.

—¿Puedo?
Preguntó _______, pidiendo permiso con unos pequeños círculos de su cadera.
Su novio soltó ligeramente el agarre, dándole suficiente libertad para continuar.

Se movió entonces, dando cortos saltitos sobre su pene y escuchando el sonido de carne chocando en cuanto pusieron un poco de velocidad.

Él le separó las piernas, haciendo que todo su equilibrio dependiera de las rodillas, rosando a cada choque con el clítoris expuesto.

—Tranquila...
Dijo el chico con la adrenalina entrando en su cuerpo en cuanto los primeros temblores llegaron.
La cara hundiéndose en el hueco de su cuello.

El chico hizo una mueca, tratando de parar sus propios impulsos de empujarse con más fuerza, mientras el climax de su novia le constriñía deliciosamente.
_______ terminaba en medio de gemidos satisfechos, los espasmos del orgasmo deseando de a poco.

Los movimientos involuntarios consiguieron estimularle lo suficiente también, frenando el golpeteo de sus caderas en cuanto el estallido de su propio clímax estalló también. Shinichiro tiró la cabeza hacía atrás, sujetando por la cintura a la chica y observando su expresión satisfecha apenas pudo levantar la cabeza.

Era tarde, pero podían esperar a calmarse un poco.

—¿Estás... molesto?
Preguntó su novia, haciendo círculos con el pulgar sobre su hombro.

Se apartó para que él pudiera hacerse cargo del condón usado. Acomodando su ropa interior y abrochando los pantalones en su sitio. Luego volvió a montarse a horcajadas sobre él para hablar de cerca.

—Si no quieres que viva con ustedes, podemos buscar otras opciones
Dijo un poco desanimada, besándole sutilmente en los labios, antes de recargar la frente contra el hombro de su prometido.
—Puedo entender si dices que no

Shinichiro le buscó el rostro, pero ella solo se abrazó a él con fuerza.

—No, no es eso— Le besó el pelo, acomodándose en el sofá con ella encima —Quiero tenerte para mí solo...

—Shin, yo quiero estar donde tú estés. No necesito un departamento entero ni una casa enorme— Habló desde el escondite en su cuello —Y tú estarás trabajando todo el tiempo... Creí que sería lindo tener a los niños haciendo ruido al rededor

—Amor, te amo, pero si en verdad estamos discutiendo esto, me gustaría poder verte a la cara.
Le acarició la espalda, esperando a que se decidiera a ponerse delante de él.
Cuando por fin se decidió, comenzaron a hablar enserio.

—Te entiendo ¿Bien?— Dijo el chico  tomándole el mentón, pensando por un segundo lo que iba a decir —Que tal... ¿Solo hasta que tengamos nuestros propios niños?
______ lo pensó también, era una oferta razonable.
—¿Que tal si lo intentamos hasta que eso pase?— Modificó la idea —Lo reconsideraremos entonces

Shinichiro suspiró, asintiendo con una sonrisa vacilante, dándole golpecitos en el culo para que se levantara.
—Bueno, eso suena aceptable.

______ se levantó, buscando sus braguitas y poniéndolas en su lugar.
—Es un placer hacer negocios contigo.
Soltó la tela del vestido dramáticamente, haciendo reír a su pareja.
—Voy a levantar la cortina para poder sacar la moto ¿Bien? Espérame afuera.
Se levantó del sofá por fin, tomando las llaves y ambos cascos.
Recogieron sus cosas para ir a la entrada, tardando unos diez minutos más antes de conseguir sacar el vehículo y cerrar todo nuevamente.

—Tendré que conseguir un auto
Dijo el chico una vez afuera —Voy a extrañar nuestros paseos

Le apretó la rodilla, girando el acelerador y haciendo ronronear el motor bajo la calida brisa de la tarde.

Ahí iba la última vez que iban a pasear juntos en aquella moto antes de que fuera oficialmente de Manjiro.

Veintiuno [Shinichiro Sano] TERMINADAWhere stories live. Discover now