45- Travieso

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Una vez que la gran mayoría de los invitados se fueron y que el ahogado futuro papá consiguiera llegar al segundo piso en una sola pieza, el jugueteo romántico comenzó a intensificarse entre la pareja.

Ran y Rindou habían tomado una de las recámaras, mientras que Izana y Kakucho la otra, quedándose instantáneamente dormidos después del festín, para suerte de los dos ruidosos anfitriones que seguían tirando cosas y tropezándose con objetos a esas horas.

Shinichiro en un modo borracho desinhibido y ______ con las hormonas alborotadas por su embarazo eran una mala pero muy buena combinación.

—Sólo un poquito más Shin
Le pidió al alto muchacho cooperar un poco, alcanzando al fin el pie de la cama.
Pero el pelinegro no tenía intensiones de dormirse todavía.

—Ven aquí
La abrazó él por la cintura,  llevándola de espaldas hacía el nuevo sofá, haciéndola sentarse a horcajadas sobre su regazo y besarlo intensamente.

—¿Te he dicho que desde que estás embarazada tienes un culo delicioso?
Le palmeó fuertemente, resonando el ruido por toda la habitación.

—¡Shin!— Le golpeó el hombro entre risas, pidiéndole que bajara la voz —Son las cuatro de la mañana, alguien te va a escuchar.

Él pasó de la petición completamente, demasiado ocupado mordiéndole el cuello para prestar mayor atención.

—Waka dijo que quería tener un trío ¿Sabes?— Comenzó a dar tironcitos a sus pantalones —Y no lo culpo... Si no fueras mi esposa, también estaría buscando metertela por todos los medios.

La chica se sorprendió con la confesión, tanto por la parte del trío como por la sinceridad de Shinichiro.
Lo había visto ebrio un par de veces, pero no lo suficiente para que se le soltara la lengua.
Por lo general sobrepasaba el límite y terminaba medio inconsciente en la cama hasta el día siguiente. O en el mejor de los casos, era ella la que no tenía mucha tolerancia por la bebida y terminaba montándose un espectáculo, meneándole el culo frente a las personas o intentando meterle mano en público.
Quizá de ahí venía el interés de Wakasa con el asunto del trío, ya que eran borrachos extrovertidos, peligrosamente predisponibles para las multas por exhibicionismo y faltas a la moral.
Recordaba con vergüenza como Shinichiro le había contado una sola vez en la que había tratado de chupársela en la fiesta de cumpleaños de Imaushi luego de que solo quedaran ellos tres dando carcajadas en la pequeña sala del departamento del chico.
Todavía se sorprendía de como su esposo se las habia ingeniado para meterla en la parte trasera del auto, donde se quedó más dormida que un oso y despertando con una resaca espantosa al mediodía siguiente. Probablemente por eso había tenido bloqueado el recuerdo (y por los pocos e inexactos detalles que podía recordar).

Solo de pensar en las poquísimas ocasiones donde los dos habían terminado con los pantalones por las rodillas, montandose un espectáculo de los intentos de sexo más torpes del mundo en su sala, le daba vergüenza.

Pero ahora ella era la sobria y el pelinegro parecía no estar dispuesto a meterse en la cama todavía.
Además, el enorme bulto en los pantalones de Shinichiro tampoco parecía dispuesto a irse a dormir con un besito de las buenas noches.

Estaba justo sobre la línea: Suficientemente mareado para intentar seducirla con palabras sucias, pero no lo requerido para sufrir por disfunción eréctil.

—Me encanta cuando me dejas venirme adentro— Consiguió deshacerse de su pantalón y la ropa interior —¿Puedo ver cómo sale de ti cuando terminemos?

Ella sólo pudo reírse, descubriendo esa vena traviesa en su marido que tan bien conseguía ocultar entre sus bajos instintos.

—Estas borracho bebé— Le tomó la cara, deteniéndose a seguirle el beso un momento —Déjame quitarte los zapatos y vamos a dormir.

Veintiuno [Shinichiro Sano] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora