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Diana.

Bebidas.

Salgo del salón frotándome los ojos, eso de utilizar un proyector y luego encender las luces de golpe me acabará por dañar la vista. Me fijo en mis apuntes una vez más, debo comenzar a buscar más hospitales en los que podría comenzar mis años de interna, solo por si no me llegasen a aceptar en alguno en los que me postulé; aunque si no me aceptaran, estarían cometiendo un grave error, soy la mejor de mi clase. Me he inscrito en varios ya, desde los más lejanos hasta los más cercanos, sin embargo, aún no obtengo respuesta, no hasta la próxima semana.

Y eso me tiene con mis nervios en punta.

Se que lograré entrar, es solo que... se vienen días difíciles, empezando por las guardias en medicina de urgencias, lo que quiere decir que no dormiré por varios días, pero es justo de lo que se trata la medicina.

Algo en lo que me especializo sin haber estudiado es en joderle la paciencia a mis padres, sin embargo, al elegir la carrera de medicina ellos lloraron de la felicidad; no estoy completamente segura, pero podría decir que pensaban que acabaría asaltando abuelas bajo un puente, alimentando a los perritos que me acompañasen por las noches.

—¡Diana!—frunzo el ceño al escuchar mi nombre ser chillado, nadie me ha llamado así desde... nunca.

Normalmente solía odiar que me llamasen "Dina," mi nombre me parecía tan bello como para desperdiciarlo y acabar diciendo cuatro letras. Ahora... me agrada, siento que me habla mi madre cuando me llaman por "Diana."

—Solo es Dina—le digo a la chica que se posa frente a mí, agitada.

—L-lo siento—baja la mirada, apenada—. B-bueno, Ría me ha enviado a enviarte una invitación.

Ría: chica que utiliza a los de primero como sus esclavos, haciéndoles creer que serán sus amigos si hacen lo que ella les ordena; no los culpo, según lo que se cuenta por los pasillos, ella sería la chica rubia con tetas grandes de una película de Lindsay Lohan.

—¿Qué invitación?—pregunto observando a la chica en cuestión, al final del pasillo, saludándome con la mano.

Nunca me he acabado por llevar del todo bien con la susodicha, me desagrada todo acto no hecho de buena fe que ella pueda hacer, sin embargo... ella hace todo lo posible por acercarse a mí, no es que yo haga algo por alejarla, pero tampoco le he dejado claro que la quiero a kilómetros de mí. Aunque... sus invitaciones a bares es algo que jamás rechazaré.

Hombre, una buena fiesta nunca se rechaza.

—Hoy en el bar al final de la calle.

Reconozco rápidamente a cuál se refiere, SDF es bastante reconocido por los estudiantes de esta universidad y todas las de alrededor del país, sus siglas son bastantes conocidas como sex, drugs and fun. Pero normalmente se le llama "Al final de la calle" ya que literalmente si sales de la universidad y un par de calles más allá encontraras el dichoso bar.

—Bien, allí estaré—le sonrío a la chica, quien me mira embelesada durante unos segundos. Sus mejillas se encienden, asiente y se aleja.

O puede que siga a Ría por otras razones. Qué tierna.

Me alejo de allí agitando mi cabello azul para acomodarlo mejor antes de que más personas me vean con el cabello esponjado.

Salgo de la universidad de mi padre y camino hacia los edificios de las habitaciones.

Saludo a unas cuantas personas en el camino, algunas conocidas que hablan mal de mí persona a mis espaldas, otras desconocidas. Me gusta ver qué reacción tomaran, si me ignoraran, si me miraran extraño... o me saludarán de vuelta. Me agradan las personas que me saludan de vuelta, suelen tener mí misma personalidad, o, sentido del humor suficiente para reírse de la chica que les saludó en la calle.

Hold me while you waitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora