5

5 0 0
                                    

Jace.

Mojito.

—¡Ahí estas traidora!—chillo al entrar en la casa de mi madre.

Ambas mujeres me devuelven la mirada con sus ceños profundamente fruncidos.

—¿Jace?

—Oh, no me mires así, cuñada—entrecierro mis ojos, caminando hacia ella—. Eres una traidora que se guarda muy bien la información.

—¿Qué información?—pregunta su madre entrando a la sala de estar.

—Sabias que buscaba a una mujer, y nunca me dijiste que ya la habías conocido.

Frunce su ceño, mirándome a la espera de que aclare mis palabras.

—La mujer que te vendió la casa en aquel residencial—digo, y durante unos segundos no parece comprender luego abre sus ojos y su boca forma una perfecta o.

—¿La de cabello azul?

—Bueno... ahora es rojo, pero si ella—el recuerdo de su cabello azul como un destello al correr hacia el baño me invade, una sonrisita involuntaria se instala en mi rostro.

—Jace, cariño—mi madre se pone de pie y se acerca a mi—. ¿Cómo podría saber Mila que ella es la mujer que tanto buscaste?

Bufo y cruzo mis brazos sobre mi pecho, mi madre toma mi rostro con delicadeza y me mira entre divertida y amorosa.

—No lo sé, estoy sensible.

Escucho una pequeña risita pero no me volteo, Mila se acerca y se sienta en el sofá a mi lado, sacando duras bocanadas de aire. Ahora camina, come y vive por dos vidas más, es comprensible que se canse por caminar una tan corta distancia.

La noticia fue bastante emotiva cuando la dimos nada más llegar de la consulta. La fotografía lo verifico todo y hubo lágrimas, mocos y sonrisas.

Demasiadas emociones juntas en un mismo día.

—¿Ya hablaste con ella?—pregunta la embarazada.

Asiento y voy a sentarme junto a ella.

—Lo hice, pero no creo que recuerde...—aclaro mi garganta, recordando a ambas madres aun en la estancia—. Nuestro primer encuentro.

Ella asiente y acaricia su vientre, en un acto distraído.

—¿Planeas contarle?

Niego con la cabeza, y me detengo abruptamente.

—Creo que debería, siento que debería—suspiro con dramatismo—. Pero no quiero que piense que soy un acosador que la buscó todo este tiempo...

Me mira durante unos largos segundos.

—Jace... no quiero ser quien te diga esto pero, es exactamente lo que has hecho este-

—Cuñada—levanto mi mano haciéndola callar—, antes de que continues quiero recordarte que estoy sensible.

Suelta una pequeña risa.

—Debes escucharlo de mi o de cualquier otra persona con sentido común, Jace.

Suspiro.

—Solo quería conocerla, y se me salió de las manos... un poquito.

—No hiciste nada terrible como para decir que iras al infierno por eso.

Me quedo en silencio, sin observar un punto en específico.

—¿Cierto?—pregunta.

—¿Acaso dudas de mí?—la miro con fingida indignación.

Hold me while you waitWhere stories live. Discover now