5. Throwing rocks at 3 AM.

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Eran las tres de la mañana pasadas, hasta que escuché un repiqueteo en la ventana, creía que estaba lloviendo, pero sorprendentemente, eran piedras que rebotaban con el cristal.

Primero comprobé con cuidado que no se despertara Ian y me fui directa a la ventana.

Miré y ahí estaba mi querido Dagan.

Me dijo que bajara con su señales-casi inentendibles-, me vestí-bastante-abrigada y bajé.

Iba por los pasillos y justo cuando iba a cruzar aquellas puertas corredizas, la voz de Dayla me detuvo.

-Sylvie, cariño ¿a dónde vas a estas horas?-Preguntó Dayla.

-He tenido una pesadilla bastante mala y necesito salir un momento a tomar el aire.-Mentí.

-Oh bueno, claro si, sal.-Me miró un poco preocupada.

Le dedique una sonrisa de agradecimiento y salí, chocando con el frío viento que pegaba en mi cara.

Fui a donde se encontraba Dagan, es decir al jardín trasero, el cual pegaba a la ventana de mi habitación.

-¿Puedo preguntar algo?

-Puedes.

-¿Qué mierda haces aquí a las tres de la mañana?
¿Estás loco? ¿Estás enfermo? ¿Tienes fiebre?

-Se puede decir que un poco si, no, no estoy enfermo y si no estoy enfermo no tengo fiebre, simplemente he venido por que me aburro.

Lo miré con muy mala cara y él se rió.

-¿Y para eso me despiertas? ¿Enserio?
Mejor me voy.

Estuve a punto de darme la vuelta e irme, pero su brazo cogió el mío con tanta velocidad y fuerza, que no me dio tiempo a reaccionar de ninguna manera.

-¿Dónde crees que vas? también quiero que vengas conmigo.

-¿A dónde? Si se puede saber.-Puse los ojos en blanco.

-No me irás a matar, ¿Verdad?

El Sonrió divertido.

-Si, te voy a descuartizar en medio de la nadaz quemaré tu cuerpo y esparciré tus cenizas.

-Lo que siempre quise.-Dije con un tono irónico

-Eres una paranoica y una idiota, por cierto.

-Cállate.

-¿Confías en mí?

-No.

-Perfecto.

Me cogió de la mano y salimos de ahí, al cabo de diez minutos, estábamos en una pradera, bonita, con hierba y flores.

Nos sentamos en medio de aquél campo y él empezó a confesarme mil cosas, sus secretos, anécdotas, me habló de su familia, de él, de sus intereses, sus gustos...

Yo sólo me dediqué a mirarle atentamente, fascinada.

Yo le conté todo sobre mí, aunque la mayoría ya lo supiera.

Me quedé callada, admirando el cielo, las estrellas, las constelaciones, todo.

Él me cogió de la barbilla, haciendo que me girara a él para mirarlo y sin poder reaccionar, pegó sus labios a los míos.

Chica, que lo conoces de hace unos días, no te me vayas a enamorar.

Más pronto lo pensé, más pronto que lo hice.

Realmente, no sabría que iba a pasar.

-Oye.

Dijo despegando sus labios de los míos.

-¿Te gusto?

No supe que responder, me quedé callada y realmente desearía no haberlo hecho, él cambió su expresión a una seria y triste y se quedó cabizbajo hasta que solté todo el aire acumulado en mis pulmones y hablé.

-Si, Dagan, si me gustas, pero esto está yendo demasiado rápido, hagámoslo lento, tenemos tiempo.

-Tienes razón, perdona.

Yo me volví a tumbar en la hierba, observando la luna llena, estaba encima de mí cabeza.

Cerré los ojos dejando que mi cerebro asimilara a toda velocidad todo lo que acababa de suceder y encajar piezas, esto parecía un puzzle hecho de sueños.

Pero era la realidad.

Estaba pensando en cómo hacerlo bien con Dagan, hasta que volvieron las punzadas, no les di importancia, porque podía ser de la operación.

Seguí pensando en Ian, ¿qué le habría pasado? ¿algo estaba mal? Mañana le podría preguntar.

Me mantuve seria, con una ceja enarcada, sin darme cuenta.

-Oye,¿estás bien?

-¿Uh? Sí,¿por qué?

-No sé, te noto seria.

-Solo, estoy pensando, no te preocupes.

El asintió y se volvió a echar.

-Ian, tú mejor amigo, se nota que lo quieres.

-No sabes cuánto lo amo, y estoy aterrada, de que algún día no corresponda a sus medicamentos y lo pierda para siempre.

-Sabes que eso no va a pasar, ya dijo que estaba correspondiendo bien, ¿No?

-Si, pero el cáncer es un hijo de puta, y puede curarse, o puede matarte sin darte cuenta.

El se quedó callado en señal de que me estaba dándome la razón.

Me levanté y empecé a correr por el campo, viendo el amanecer, era precioso, primero tenía tonos violáceos y después cogió un tono rojizo, hasta hacerse naranja.

Dagan, desapareció y apareció delante de mi cara, haciendo que me asustara y diera un brinco.

-Joder, que no hagas eso.-Dije cansada de tanto correr.

-Me gusta verte asustada.

-Cállate.

-"Cállate".-Imitó mi voz.

-Odio que hagan eso.

-Ya, por eso lo hago.

-Que te jodan.-Bromeé.

Estuvimos jugando un rato más, hasta que nos cansamos y nos sentamos de nuevo.

Todo era precioso, el viento en nuestras caras, el césped removiéndose por la brisa, me encantaba ese sonido.

Empecé a tararear una canción, concretamente Enchanted, de Taylor Swift y él empezó a cantarla, justo mi parte.

-Please don't be in love with someone else, please don't have somebody waiting on you.-Me miró.

-¿Es una indirecta?-Dije bromeando.

-No.-Se puso tenso.

Me acerqué más a Dagan, mi tacto hizo que se destensara, se puso en frente mía y yo pasaba mis manos por su pelo.

Me gustaba esa sensación, y me gustaba él, su compañía, aunque irrumpiera y desapareciera de la nada, me gustaría conocer más de él, realmente creo que tiene mucho qué decir.

-Oye, ¿no crees que deberíamos volver?

-¿Tú quieres volver?

No, quiero quedarme aquí.

-No.

-¿Entonces?

-Estarán preocupados por ti.

Lo pensé y me acordé que Ian estaba durmiendo en mi habitación. Me levanté y fuimos al hospital, recorrí todos los pasillos y de paso fui a beber un poco de agua para que se me hidratara la garganta.

Subí a la habitación y me volví a acostar con Ian, me tapé con la manta y me quedé despierta hasta que él se despertó.

Heart ExchangeWhere stories live. Discover now