9. Love, love, love.

1 0 0
                                    

Dagan y yo llevábamos 2 meses de novios y era maravilloso. Aún no se lo he presentado a nadie por  "miedo" y por qué es demasiado pronto aún. Sí, soy lenta, me gusta llevar las cosas a su paso.

Estaba escuchando "Ivy" de Taylor Swift cuando noto la presencia de alguien.

—Oh, hola. —Le sonrío feliz.

—Holaaaaaaa. —Se tira encima de mí ahogándome a cosquillas.

—¡YA, PARA!—Le pedía quedándome sin aire alguno.

Me soltó y nos echamos en la cama como todos los días.

Escuchamos a Taylor toda la mañana mientras contábamos cosas, cantábamos y bailábamos, yo pedí algo de comer, pasamos todo el día juntos.

Cuando se hizo de noche, salimos a dar un paseo por el campus del hospital, había muchas flores removidas por la fresca brisa que corrió en ese momento. Con un silencio cómodo y tranquilo que habitaba a nuestro alrededor.

A las dos horas volvimos y leímos un nuevo libro juntos, y analizando cada capítulo y dando nuestra opinión sobre ello.

—Tenemos quince libros finalizados.—Indiqué.

—¡Nos faltan treinta y cinco aún!—Dijo sorprendido.

—Hemos leído quince libros en dos meses, no me jodas.

—Es cierto, ¡Somos unos máquinas!

Cuando terminamos con los ojos medio cerrados, él se acurrucó para que yo cupiese en mi propia cama y dormimos como dos bebés.

Ian se despertó a las tres de la mañana o cosa así para ir al baño y yo me desperté a beber agua.

—¿Te he despertado? Lo siento.—Dijo apenado.

—No, no me has despertado, tenía la boca más seca que el desierto del Sáhara.

Él se rió y volvimos a dormirnos.

Eran las once de la mañana, yo me acababa de despertar e Ian aún no se despertaba, así que me eché de nuevo a dormir por qué no tenía nada importante qué hacer. Pero una voz masculina, bastante reconocible para mí, estaba en la esquina viéndome.

—Buenos días.

—Buenos días.—Susurré rascándome los ojos.

—¿Qué tal has dormido?—Preguntó acercándose a mí lentamente.

Cuando me tuvo enfrente, me besó y me dio un abrazo cariñoso.

—Sigo cansada, así que dormiré otro rato más.

—Está bien.—Me dio un beso en la frente y se fue.

Me eché a dormir otra vez, por qué estaba muy cansada.

Finalmente me levanté a las una de la tarde y fui a por comida por qué tenía hambre. Normal, si no he desayunado.

Vi que Ian al fin se levantó también.

—Buenos días, dormilón.

—Dormilón... Me he despertado a las once y media y tú estabas como un lirón.

—Es que terminé exhausta, Taylor Swift se vive.

Ian se rió.

— Voy a cambiarme, ahora vengo.

Le asentí con la cabeza y en cuanto desapareció por la puerta, Dagan apareció.

— Pero Dios mío. ¿Tú de dónde coño sales? ¡Me asustas!

— Perdón. — Echó una carcajada. Se acercó a besarme y le corresponí el beso.

Estuvimos charlando un rato, hasta que apareció Ian por la puerta y él... desapareció de nuevo.
No sé como lo bacía, la verdad, pero asustaba.

— ¿Qué te apetece hacer hoy? — Ian me preguntó curioso.

— No sé, ¿quieres ir al parque de al lado?

— Sí, me encantaría, quiero estirar las patas, no las siento.

— Vamos, ¿me llevo un juego de cartas?

— Sabes que sí.

Adoramos los juegos de mesa, cartas o algo para jugar entre los dos. Nos reímos hasta llorar.

Cogí un par de juegos, los metí a la mochila, nos dirigimos al ascensor y bajamos.

— ¿Dónde vais, muchachos?— Dijo una enfermera a nuestras espaldas.

— Oh, vamos al parque del hospital.— Respondió Ian.

— Tened cuidado. No os vayáis lejos.

— No, Dra. Freeman. — Ian le sonrió como un cachorro feliz.

Fuimos al parquecito, donde obviamente no había nadie, solos Taylor, Ian, las cartas y yo.

Nos tumbamos en el césped a hablar sobre la vida y de todo lo que nos rodeaba. Comentando las formas que habían en las nubes. Pasaba el tiempo sin darnos cuenta, y empezó a caer el sol, las nubes se tiñeron de un rosa intenso mezclado con tonos violáceos y anaranjados, hacía mucho tiempo que no veíamos uno así. Quizá era por que se acercaba el invierno. El invierno tiene los mejores atardeceres.
Por suerte tenía mi teléfono a mano y le hice una  fotografía a aquella puesta de sol.

Cuando la luna al fin subió y una ventisca de aire empezó a ajetrear el paisaje, decidimos entrar a cenar.

— ¿Habéis disfrutado de vuestra tarde, chicos? ¿Por qué no habéis entrado a merendar? — La doctora Freeman preguntó con una sonrisa plasmada en su cara.

— Sí, la verdad es que sí. Ha sido una tarde bien aprovechada. — Contesté. — No hemos entrado, por que nos daba pereza. — Reí por lo bajo.

La Doctora Freeman soltó una risa divertida.

— ¿Qué hago con vosotros? Id a cenar, anda. Estaréis hambrientos. — Añadió.

Estuvimos un rato más hablando con la Dra. Freeman y nos subimos a nuestras respectivas habitaciones.

— Hola. —Dijo Dagan con serenidad.

— Joder, que susto. — Me puse la mano en el corazón.

Dagan echó una carcajada ruidosa.

—Perdón, perdón. — Siguió riéndose de mí.

Mientras yo ponía una cara de pocos amigos, él seguía riéndose y acercándose hacia mí.

Le di la espalda, recogiendo algunas cosas de la cama para poder acomodar y corregir el dolor que habitaba en mi espalda.

Sin yo esperarlo, me agarró de la cintura, haciendo que lo mire a los ojos, y me besó. Tan profundo, que casi puede tocar mi alma con sus labios.

—Te he echado de menos, no te he visto en todo el día.—Susurró en mi oído mientras me daba un cálido abrazo.

— Yo a ti también, cariño.—Alcancé la altura de sus labios para besarlo.

Estuvimos toda la noche acurrucados el.uno con el otro y dándonos besos, contándonos nuestro día, contándonos chistes, haciendo el tonto...

Mientras él dormía, por mi mente pasaba el pensamiento de lo privilegiada que soy al tenerlo a él conmigo. No he pasado por relaciones excesivamente bonitas, que digamos, y me daba miedo experimentar algo nuevo con alguien, no quería sufrir más, y menos por amor.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 07 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Heart ExchangeWhere stories live. Discover now