- ғʀᴀɢᴍᴇɴᴛᴏ: ʏᴀɴɢ ᴊᴜɴɢᴡᴏɴ -

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— ¿Vendrás con nosotros?

El chico estaba frente a él, parado justo delante de la puerta, la campana que indicaba el fin a la jornada escolar había sonado hacía rato, era un viernes, por lo que generalmente siempre sus compañeros de clase hacían planes para ir al karaoke a pasar un buen rato.

Jungwon agachó la cabeza un tanto apenado, escuchó a uno de sus compañeros murmurar entre ellos, su sonrisa se fue apagando.

— Lo siento, pero debo estudiar — terminó por decir.

El chico le dió una palmada en el hombro como apoyo, mientras le dedicaba una corta sonrisa para darse la media vuelta y comenzar a alejarse con los otros ocho estudiantes que estaban ahí esperando. Escucho a dos reír de manera escandalosa, se burlaban.

— ¿Para qué lo invitabas? Nunca va a ningún lado — dijo una voz femenina — Aparte velo, siempre está maquillado, seguro es un marica.

— Es un raro, siempre rechaza a todos, ¿Quién se cree que es? — dijo otro mientras se iban alejando.

— Me da mala espina, si hubiera aceptado yo mejor no iba, lo siento, pero a nadie le agrada, y ni lo nieguen.

Jungwon claro que había escuchado todo, las risas con burla era por ello, volvió a agachar su cabeza mientras sus manos apretaban las correas de su mochila dando la media vuelta para retirarse del lugar. A decir verdad tampoco es que realmente fuera a estudiar, no era un excelente estudiante, ni por asomó, pero esa era la excusa que regularmente usaba para escapar de situaciones así.

Bien sabía que no agradaba en clase, y no los culpaba, siempre llegaba con algún golpe a la escuela que buscaba tapar ya sea con maquillaje o prendas extras, por lo que terminó siendo excluido del resto. Algo fatigado, salió de la escuela, no tomaría el autobús, a pesar de vivir lejos.

Solo quería tardarse lo que pudiera para llegar a casa, mientras más tardará menos tiempo tendría que estar con ellos, y era lo único que deseaba, por lo que su paso era demasiado lento, casi arrastraba los pies ante cada paso, con la cabeza gacha apretando los labios por todo lo que debía guardarse.

No tenía un lugar al cuál llamar hogar, solo esa casa en dónde no había nada más que gritos y más gritos, en dónde era golpeado y no podía defenderse ni quejarse. Después de todo siempre decían que era por su bien.

Bien sabía que a dónde fuera no era bienvenido, es decir ¿Quién le gustaría ser amigo de un niño que siempre anda maquillado por los golpes? Nadie, y debía aceptarlo.

En la escuela hacía más de un año que había comenzado también a molestarlo, era pequeño, era débil, una presa bastante fácil para aquellos que se divertían casando males ajenos, y Jungwon había sido la presa perfecta, por lo que ahora, su escuela, en la que por un tiempo la creyó su lugar seguro, se transformó en el mismo infierno en el que tenía que pasar la noche.

Para cuándo se dió cuenta, ya estaba de pie frente a su casa, temblando queriendo dar media vuelta y volverse a perder entre las ruidosas calles de la ciudad con tal de permanecer lejos, eso haría, no lo notaría, volvería a mentir acerca de sus clases extras o algo parecido.

Apretó sus labios, dando media vuelta cuando escuchó la asquerosa voz chillona de su madre gritarle desde el balcón de la casa.

— ¿A dónde crees que vas, imbécil?

Él solo volvió a aparentar sus labios, agachando la mirada, tomó las llaves de su bolsillo abriendo la puerta de su casa entrando sin tener más opción. Escuchó los pasos de su madre bajar por la escalera, y luego, se paró en frente de él, sintiendo inmediatamente su mejilla arder ante el impacto de la mano de su madre contra está provocando que girará su cabeza.

𝐑e𝚏lec𝚝iᴏn || 𝐉ᴀʏ 𝐏ᴀʀ𝚔 ✓Where stories live. Discover now