- ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴄɪɴᴄᴏ: sᴇᴄʀᴇᴛᴏs -

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— A fin de mes...

— A fin de mes, alguno de ustedes ya se habrá desecho de su reflejo — interrumpió Sunoo con voz firme — Y quién no se haya desecho de su reflejo, aceptará ser el invitado del otro sin oponerse. Eso no debe ser ningún secreto entre ustedes. 

— ¿Qué pasará si ninguno lo hace, o que ambos lo logremos? — preguntó Jiyu.

Escuchó a Jay chasquear la lengua aún dando la espalda a ambos.  Sunoo había reunido a ambos en el estudio de la casa 1001, ella jamás había visto esa habitación desde que conocía la casa, aún cuando fuera, la supuesta casa de Jay, aquel estudio en dónde los tres se encontraban lucía más como al estilo de Sunoo. Había de un enorme librero que cubría por completo una de las paredes repletos de libros y pergaminos antiguos. Había un único cuadro en la habitación, era una pintura en óleo de uno de los palacios, las paredes tapizadas, y aún cuando fuera un estudio, a decir verdad no entraba mucha luz.

Sunoo estaba sentado tras el escritorio con sus dedos entrelazados apoyados en el puente de su nariz. Jay por su parte, estaba apoyado en el escritorio con una de sus piernas flexionadas y sus brazos cruzados por encima de su pecho dándoles la espalda a ambos, Jiyu en ese ambiente se sentía pequeña, sentada en una de las sillas frente a Sunoo, se sentía tan incómoda sin saber en dónde realmente posar la mirada.

Era un día un nublado, era poca la luz que se llegaba a colar por entre la ventana, las cortinas estaban a medio correr, y solo se podía ver de un cielo gris, incoloro. Sunoo cerró sus ojos.

— Preocúpate por matar a tu reflejo — terminó por hablar Jay — Es lo único que importa ahora.

Sin decir más, se enderezó y salió de la habitación. Ella volteó a ver a Sunoo esperando que le dijera algo, pero no fue así, seguía en su misma posición, realmente no le importaba mucho y Jay tenía un buen punto, tomó unos papeles que había en su escritorio para seguir escribiendo. La joven se levantó de su asiento, se disculpó por Sunoo y salió de igual manera de la habitación para ir detrás del joven.

Pensó que se saldría por alguno de los espejos que había a lo largo de ese pasillo en particular, pero no, estaba de pie al final del pasillo con la mirada fija en un objeto que ella no podía distinguir desde su posición, por lo que tuvo que acercarse hasta notar que se trataba de un florero roto, o uno que estuvo roto, pues las piezas se habían vuelto a pegar buscando que quedará como originalmente fue, cuando no era así, faltaba de una pequeña pieza en la parte superior y las grietas eran muy evidentes.

— Te irás, ¿No? — su voz había sonado algo ronca, no le volteaba a ver, seguía su mirada fija en ese florero estropeado.

Jiyu mordió su mejilla internamente, sabía a qué se refería. Una vez que cerraran con la investigación tendría que irse con su padre, por lo menos hasta que cumpliera la mayoría de edad.

— Debo irme con mi padre, ha pedido mi custodia, ¿Cómo sabes?

— Los escuché ayer cuando salían de la comisaría — respondió volteando hacia ella — Heeseung también me comentó que buscaste a Chaeyeon hoy.

Asintió, esperando a que continuara, sin embargo, no dijo nada, a lo que terminaron por sumergirse en un largo silencio, que extrañamente no fue incómodo. Él seguía mirando el florero, y ella intentaba adivinar qué era lo que tanto veía en él o su significado. Hasta que luego de un rato lo escuchó aclararse la garganta y finalmente volvió a hablar, pero lo que dijo, heló cada centímetro de su piel que prefirió que mejor no hubiera dicho nada.

— A fin de mes uno de nosotros estará muerto.

— A fin de mes uno de nosotros estará muerto

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𝐑e𝚏lec𝚝iᴏn || 𝐉ᴀʏ 𝐏ᴀʀ𝚔 ✓Where stories live. Discover now