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── ¡CAPÍTULO TRES! ❛ viernes: los problemas con ellos y la solución ❜
DURANTE LOS DESCANSOS, deambulaban por las partes de la escuela a las que nadie más se molestaba en ir, teniendo breves conversaciones sobre cosas que ni siquiera importaban, como cuál era su pastel favorito y qué tan picante les gustaban sus fideos. Sus voces serían tranquilas, sus miradas suaves, sus brazos rozarían entre sí mientras caminaban uno al lado del otro.
Durante la hora del almuerzo se sentaron en su lugar, acercándose unos a otros y comentando ocasionalmente lo que estaba sucediendo en el patio de abajo. Sun-Oh pasaba sus dedos por el cabello de Na-Ri suavemente mientras ella dibujaba distraídamente patrones en sus brazos.
Mientras que algunos días estuvieron llenos de palabras suaves y toques suaves, otros estuvieron llenos de sollozos desgarradores y abrazos desesperados.
A veces Sun-Oh se derrumbaba después de ver a Jo-Jo riéndose feliz con sus amigos, o incluso después de pensar en ella y lo que había sucedido entre ellos. En esos días, Na-Ri lo acercaba y le acariciaba la espalda mientras él enterraba la cara en el hueco de su cuello y sollozaba.
A veces, la compostura de Na-Ri se rompía después de ver a una pareja hacer algo que solía hacer a menudo con Tae-Joon, o después de que un chico con uniforme de fútbol apareciera en su línea de visión, lo que naturalmente desencadenaría sus recuerdos de su exnovio. En esos días sería el turno de Sun-Oh de acercarla mientras le acariciaba la nuca, permitiéndole sollozar en su pecho.
Y a veces simplemente se sentían abrumados por todo lo que habían pasado, permitiendo que sus lágrimas cayeran silenciosamente por sus mejillas antes de desaparecer en la tela de la bufanda roja de Sun-Oh que envolvió a ambos mientras se acurrucaban en el escalón superior.
La primera vez que sucedió esto, Sun-Oh había apoyado la cabeza en su hombro mientras susurraba:──Confío en ti ──su voz se quebró por el peso de la emoción que contenían las palabras.
Na-Ri había inclinado su cabeza sobre la de él mientras entrelazaba sus dedos con los de él, dándole un suave apretón en la mano:──Yo también confío en ti ──le había susurrado ella entre sollozos silenciosos.
Desde entonces, no hablaron esos días. No tenían que hacerlo.
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SUN-OH EMPEZÓ aodiar los viernes. Siempre se quedaba sentado en el escalón solo, preguntándose dónde desaparecía Na-Ri todos los viernes y si tenía derecho a preguntarle al respecto o no.
Tan cercanos como eran, solo hablaban entre ellos sobre las pequeñas cosas sin mencionar lo que estaba sucediendo debajo de la superficie. Podían sentir el color de los demás y ninguno de los dos quería agregar más, por lo que evitaron los temas que probablemente pudieran desencadenarlos. El tema de las desapariciones de Na-Ri el viernes parecía caer en una categoría de desencadenante, por lo que Sun-Oh no se atrevió a preguntar sin importar cuán curioso y excluido se sintiera.
