~ 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒅𝒐𝒔 ~

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Mientras estaba en el baño y antes de ver la escenita que se había montado en el restaurante estuve pensando en el hecho de no detener a Hakkai, ¿quizá Mikey no tenía ganas de entrar en conflictos?

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Mientras estaba en el baño y antes de ver la escenita que se había montado en el restaurante estuve pensando en el hecho de no detener a Hakkai, ¿quizá Mikey no tenía ganas de entrar en conflictos?

Aparte de estar raro conmigo, llevaba un tiempo pensando también que Mikey se comportaba diferente en general. Quizá lo de Baji le afectó más que a nadie, al final de cuentas, esos dos eran amigos desde mucho antes que yo les conociera.

Emma me había hablado bastante de cuando eran apenas unos críos y ella llegó a la casa de su abuelo, cómo se pusieron esos motes de origen inglés por ella para que estuviera contenta. La amistad entre ellos era de las más fuertes de toda la pandilla.

Al haber escuchado aquello de que no entraríamos en conflicto por otro integrante de la ToMan, imaginaba que lo que Mikey quería evitar era que ocurriese un desenlace similar al del pasado octubre. Lo comprendía, pero no compartía esa opinión, no al menos en su totalidad. Si los Black Dragons seguían creciendo y encima se llevaban a Hakkai con ellos así tan fácilmente, ¿qué pasaría con la ToMan en el futuro? Tenía un mal presentimiento.

Una vez los humos se habían calmado y vi a Shuji apartarse de Takemichi, me acerqué a él.

 —¿Me puedes explicar qué pasa aquí? —le pregunté en voz baja, pero Kisaki comenzó a hablar y no dio tiempo a que Shuji me contestara, pues el primero captó toda mi atención.

 —Cómo he dicho, Mikey está flaqueando, seguro que no soy el único que lo piensa. Hay que pararle los pies a los Black Dragons, y si los demás no van a mover un solo dedo... quizá nosotros podamos hacer algo —se colocó bien los lentes y continuó—. ¿Me queréis acompañar a un sitio?

Miré a Shuji, daba por hecho que él sí lo acompañaría, y, por supuesto, yo tenía más que claro que iba a ir. Al menos alguien pensaba como yo, de hecho pareciera como si Kisaki me hubiese leído la mente.

Empecé a creer que la manera de pensar de él o, más bien, la manera de manejar las situaciones se parecía a la mía. No sólo lo había notado esa tarde, sino todas las anteriores cuando las pasábamos en casa jugando a los juegos de estrategia.

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍𝐒 || 𝐇𝐀𝐍𝐌𝐀 𝐒𝐇𝐔𝐉𝐈Where stories live. Discover now