~ 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐 ~

1K 97 32
                                    

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

~ 23 de diciembre de 2012, 12:09 p

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

~ 23 de diciembre de 2012, 12:09 p.m. ~ 

 —¿En serio?

 —Sí.

 —¿De verdad de la buena?

 —Que sí, pesada.

Llevaba nevando un par de días y, cada vez que veía todo ese cúmulo blanco por la ventana, por mi cabeza solo pasaba una cosa: liarme a bolazos contra la casa de la vecina. Por motivos obvios, y teniendo en cuenta que ya teníamos una edad como para andar con esas cosas de chiquillos, la idea quedó descartada. Pero Shuji accedió a ayudarme a hacer un muñeco de nieve en la entrada, aunque me hicieron falta varias pataletas y sobornos para convencerle.

Así que ahí nos encontrábamos, a la víspera del día de Nochebuena, con un frío que pelaba, amontonando nieve e intentando armar al que posteriormente nombraría como "Guardián helado protector de la casa", o para acortarlo, "Chungo-man".

 —Eres malísima poniendo nombres, ¿lo sabías? Eso de "Chungo-man" es una mierda.

 —Pero es que mira qué cara tiene, parece que te vaya a pegar la paliza de tu vida sin siquiera darte tiempo de defenderte —sonreí mirando hacia aquel muñeco.

No era perfecto y tenía varias zonas con más nieve que otras, un par de tiras de tela a modo de ojos y boca que le otorgaban una expresión de enfado increíble, además un par de ramas que colocamos a modo de brazos y que parecían ser dos puños en alto.

 —Espera, que aún puede dar más miedo, mira —Shuji sacó el paquete de tabaco del bolsillo de su chaqueta y me lo tendió para que tomase un cigarro.

 —Gracias —me lo llevé a los labios y lo encendí.

 —Pero, ¿qué haces? No era para ti, enana, era para Chungo.

Yo lo miraba con los ojos muy abiertos, intentando aguantarme la risa mientras le daba una calada al cigarro y veía cómo él sacaba otro y se lo colocaba al muñeco en donde tenía la boca.

 —Ahora sí, míralo, es el más temido del barrio.

Ambos nos quedamos mirándolo por unos momentos en silencio, hasta que rompimos a reír. Era horrible, pero nos había tenido entretenidos durante un buen rato.

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍𝐒 || 𝐇𝐀𝐍𝐌𝐀 𝐒𝐇𝐔𝐉𝐈Onde histórias criam vida. Descubra agora