Capítulo 6

234 11 24
                                    


Al despertar solo pude ver mi piel demacrada, llena de moretones y de dolor. Odie tanto esa imagen que ni siquiera me maquille, no comí y solo me puse un buzo para ir a trabajar.

Y dirán... ¿Por qué fuiste a trabajar? Porque si no, ya no tendrían una protagonista en esta historia, ¿quién narraría? Nadie.

El maldito de Antonio me mataría al instante si me ve recostada, y para que lo sepan, aún prefiero vivir.

Sigo caminando hasta llegar a la puerta del gran local, empujo hacia adentro para poder pasar y lo primero que veo es a mi mejor amigo.

Por suerte.

Voy corriendo y lo abrazo, apoyando mi cabeza en su hombro.

— ¿Cómo estás Ad?—me saca de su hombro observándome— oh... como lo siento, yo hice lo que pude, yo quise salvarla, de verdad lo intenté...

— shh—lo callo— solo quiero olvidarme de eso, aunque, aún duele.

Me abraza y luego me aconseja que me vaya a recostar, ya que era muy probable que Antonio esté en España ahora mismo, y posiblemente su mente esté muy quemada por las drogas y el alcohol.

Acuesto mi cabeza en la almohada de él sillón del camerino y trato de descansar. Cosa que en mi propia casa no puedo.

Y creo que también preguntarán por qué no me escapo, por qué no me voy lejos aprovechando que no esta.

Pero... es algo complicado, ya que Antonio desde muy pequeña me puso un chip rastreador que es casi imposible que sola me lo pueda quitar. Y aparte, estoy sola, no tengo a nadie y Antonio me encontraría donde fuera.

Y más con eso enterrado en mi piel.

Duermo unas horas y empiezo a dar vueltas por el camerino sin saber que hacer, veo unos libros y los agarro. Leo un par de páginas y decido bañarme. Me quito el buzo quedando en ropa interior y camino hasta el pequeño cuarto donde hay una ducha.

Abro el agua y cuando la toco y veo que esta caliente me meto enseguida. Enjuago mi cabello, mi cuerpo y mi cara. Me quedo un buen rato disfrutando el agua, esa agua caliente que recorre mis heridas... hace que se limpien y que duelan menos.

Mi cara se relaja al sentirse calentita y relajada. Paso una esponja que encontre, por todo mi cuerpo, pensando que es como un Spa y me están tratando la piel.

Enjabono de nuevo y me lavo nuevamente, Disfrutando.

Me quedo un rato más y agarro mi toalla, saliendo ya de una vez. Peino mi pelo y lo seco, lo mismo hago con mi cuerpo. Depilo mis piernas y plancho mi pelo después de esperar a que no este húmedo.

Salgo con la toalla tapándome en busca de ropa seca, quizá deje alguna prenda, es lo que no me acuerdo.

Busco y cuando encuentro la opción no me desagrada.

Es una camisa normal con un poco de transparencia, un jean negro liso y unas zapatillas Converse. Al no tener corpiño de repuesto solo paso la camisa dejando mis pechos al aire libre.

Cuando termino de ponerme la ropa voy hasta el espejo gigante y admiro mi físico. Lo más probable es que no sea el mejor, el más extravagante o el más perfecto, pero... mi físico tampoco es feo y siempre he recibido cumplidos.

Lo cual hace que mi ego suba a su máximo nivel, digamos que a veces, porque algunos días quiero operarme hasta las cejas y otros de casarme conmigo misma.

Paso un Gloss por mis labios y me hago un delineado pequeño. Siempre maquillarme fue la mejor salida de todo, ocuparme de mi siempre lo ha sido. Me olvido de todo para solo enfocarme en mí.

IndependienteWhere stories live. Discover now