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maratón 1/3

Dylan y Amelia estaban en el salón de baile

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Dylan y Amelia estaban en el salón de baile. Estaban acostados en los almohadones del rincón mientras hablaban, se estaban por besar de nuevo cuando escucharon la puerta abrirse. Ellos se escondieron cuando escucharon una voz que no conocían.

– Mira dónde vivís.– dijo la voz femenina.

– Si, acá bailamos, practicamos coreos y cantamos. – hablo Rama.

– ¿Ah, si? Cántame algo.

– ¿Ahora?

– Si, si, ahora, me podes cantar, bailar o también me poedes besar.

Cuando terminó de hablar Amelia se quería reír. No por mala, si no porque le daba gracia la situación en la que estaban. Dylan intentaba no reír porque sino se iba a reír Amelia.

– B-bueno, va todo en ese orden.

Y explotó. Amelia se empezó a reír a carcajadas. Rama y la chica se asustaron, pero cuando él vio a Amelia y Dylan riéndose se puso rojo como un tomate.

– ¿L-lia?

– R-rama. P-perdón por interrumpir tu c-charla. – dijo tentada. Se calmó un poco por la mirada fulminante que le daba Rama y habló nuevamente. – Nosotros nos vamos.

– No. – dijo la chica con una sonrisa divertida. – No se vayan, no es necesario. Soy Brenda.

– Amelia. – dijo estrechando la mano con Brenda.

– Dylan. – dijo ahora él presentándose. Dylan estaba divertido con la situación. Pero también estaba asombrado con la mujer con la que estaba coqueteando Rama, tremenda mujer. La escaneo de arriba a abajo, Amelia se dio cuenta y le dio un zape en la cabeza, él se quejo pero ella le sonrió falsamente.

– Nosotros ahora sí, nos vamos. Un gusto conocerte, Brenda.

– Igualmente, Amelia.

Cuando Amelia y Dylan iban a salir, se escucharon gritos de un hombre. Los cuatro se asustaron y fueron a ver qué era lo que había pasado, pero Brenda al escuchar bien la voz se puso pálida.

– ¿Estás bien? Estás pálida.

– Le hicieron una cama a mí amiga, tenemos que ir. – dijo Rama después de la insistencia de Brenda por irse.

– Yo salgo, y me mandó. – dijo Amelia segura.

– ¡No! Esperen que me vaya yo primero, no me pueden ver. – se escucharon gritos del otro lado, y Amelia se preocupó más. Los gritos que se escuchaban eran de Jazmin.

– Yo necesito salir, una de mis amigas es la que está ahí afuera.

– Por favor, Amelia. T-tiene que haber otra salida, ¿Hay otra salida?

𝗡𝗘𝗪 𝗛𝗜𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬, 𝖼𝖺𝗌𝗂 𝖺𝗇𝗀𝖾𝗅𝖾𝗌 ¹Where stories live. Discover now