Algún día.

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Son las dos de la madrugada.




Wei Wuxian activó el comando de talismanes cuando cruzó el río hacia el otro lado, las cabañas arremolinadas por las costeras eran un mero punto negro al aterrizar.

El comando de talismanes era efectivo si se reponía en ciertos momentos, ahora mismo, había repuesto diez talismanes para poder saltar a una gran altura sin problema alguno.

Eran las dos y media de la madrugada cuando volvió a reponer otra serie de talismanes, e invocó otro comando para traspasar el largo umbral de flores silvestres apegadas a las paredes que rodeaban la secta en la que se intentaba adentrar.

Cuando fueron las tres de la madrugada, Wei Wuxian sin la opción de poder utilizar una espada para volar y con un núcleo consumido por la nula cultivación del cuerpo en dónde había sido invocada su alma, no podía arriesgarse a saltar el muro para satisfacer su incertidumbre más ampliamente.

Él bueno, él tuvo que actuar por mano propia y aprender a dibujar tantos talismanes por segundo, de esa manera no caería en la tentación de gastar sus reservas de energía.

Había viajado cerca de diez lí desde la secta Gusu Lan, y durante todo su viaje no había malgastado ni un solo tale de plata.

Ni si quiera para comprar algo de comida o ropa nueva, tampoco había tomado la iniciativa de detenerse a pensar en ello y dormir en la comodidad que le pudiese ofrecer la cama de lino que solo una posada de alta calidad tendría.

No había dormido en días, lo único que lo mantenía ahora de pie y con una determinación alumbrando sus ojos, era el fuerte de flores frente a él, porque detrás de esa barrera colorida, ahí estaba, su shídi.

Wei Wuxian activó rápidamente una serie de talismanes y traspasó la pared al escuchar murmullos desde la dirección en donde se ubicaba el lago más grande, muy seguramente se trataban de cultivadores haciendo guardia.

La vigilancia incrementó en el muelle de lotos desde que la noticia del líder de la secta Jiang entrando a reclusión, se dio a conocer.

Wei Wuxian de repente recordó que no fue hace menos de cinco días, cuando se encontró con Jin Ling por última vez, el joven tenía el rostro pálido y caminaba sin un rumbo fijo por el bosque, Wei Wuxian esa mañana al enterarse de la devastadora noticia y sin éxito alguno de persuadir al hijo de su Shijie para que le dijera a dónde se había ido Jiang Cheng a recluir, sin perder más tiempo, apenas llegó a la secta Gusu Lan se cargó las mangas de papel amarillento, tinta casera y salió cuando el sol se ocultó.

Si Lan Wangji lo hubiese visto, tal vez, su viaje hubiera tardado más de lo esperado.

Sin embargo

Wei Wuxian decidió no pensar en ello en lo absoluto y analizó con detenimiento la idea de trabajar con el último talismán que le quedaba e intentar hacer un muñeco maldito de papel para traspasar la puerta del santuario.

No obstante, al final, optó por guardarlo por el momento.

Se era sabido que si alguien ajeno al cultivador irrumpía su vigilia, entonces, todo el trabajo que conllevaba la ardua meditación espiritual se echaría a perder.

Wei Wuxian sabía de esto por lo que le sucedió al padre de Lan Wangji.

La desviación de Qi era algo que se daría sin duda alguna.

Manías. [XianCheng] + One-Shots [ChengXian]Where stories live. Discover now