Mi curioso Jiang-Furen

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Jiang Cheng solía no medir sus palabras.



Por cada elogio sincero que recibía, una maldición siempre era la mejor respuesta que podía dar en forma de agradecimiento.

La única vez que deseó no haber agradecido entre maldiciones, fue cuando un vendedor a las orillas del embarcadero de Lotos le regaló extrañamente un vino a escondidas.

Tenía alrededor de dieciocho años, cuando por primera vez probó el delicioso manjar de los dioses, un vino añejado de Lotos.

El vendedor era alguien a quien nunca antes había visto, pero en dado caso, cuando Jiang Cheng fue elogiado por sus excelentes modales al beber, él, borracho, había expresado entre risas su agradecimiento por el cumplido

"¡Maldición nada de eso! ¡El maldito vino es realmente delicioso! ¡Maldita sea! ¡Lo mejor que he probado en mi vida!

Cuando esas palabras salieron de su boca sin pensarlo y el rostro del vendedor se ruborizó del enojo, Jiang Cheng rápidamente tragó lo sobrante del vino y salió corriendo como alma que lleva el diablo con la botella en mano.

Jiang Cheng no volvió a ver a ese vendedor a las orillas del embarcadero de Lotos. Por que debido a su vergüenza decidió nunca más volver a poner un pie en ese lugar.

Al acabo de algunos días se olvidó del asunto y sepultó dentro de su memoria el hecho de haber conocido a ese extraño vendedor.

Hasta que, cuando la guerra contra la secta Qishan Wen sucedió años después

Jiang Cheng se dio cuenta que cada vez que intentaba maldecir, automáticamente su boca se abría solo para decir obscenidades sin poderse detener por más que lo intentaba.

Y aún con la incertidumbre de que muy probablemente el vino de Lotos que había tomado era en realidad la forma en la que aquel hombre (si es que se trataba de un brujo y no de un vendedor) maldecía a sus víctimas.

Jiang Cheng por más que se esforzó en buscar desesperadamente alguna cura, no tuvo éxito alguno.

Para su mala suerte, finalmente llegó el día en que se convirtió en líder de secta.

El condado de Yunmeng volvió a prosperar desde que se había llevado a cabo la guerra en la ciudad sin noche contra la secta Qishan Wen. No obstante, ninguno de los pobladores podía quejarse del buen liderazgo del soberano, agradecidos siempre con él pese a que nunca le habían visto el rostro.

Jiang Cheng había dejado de mostrarse en público después de la guerra.

¿Las razones?

Solo una podía ser.

Su maldición.

Ese joven astuto de fuerte temperamento repentinamente se rehusaba a dejar las instalaciones de la secta Yunmeng Jiang ante cualquier circunstancia.

Incluso en las reuniones de sectas, Jiang Cheng lograba de alguna manera encontrar motivos para justificar su ausencia

Y sorpresivamente, cada uno de ellos estaban tan bien preparados como para pensar en contradecirlos.

Manías. [XianCheng] + One-Shots [ChengXian]Where stories live. Discover now