Capítulo 34

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El tiempo corría en contra. Había un agujero en su cuerpo, tan grande y frío, que devoraba cada intento por mantenerse fuerte. Aún así, después del golpe inicial al no volver a ver a su león, Tanya dividió las fuerzas luego de que Marshall no obtuviera ningún rastro del Alfa en el pueblo.

Era como si se hubiese desvanecido.

Pero ella no quería creer que fuera tan fácil de tomar, un hombre como él, tan correcto y prudente, no era tonto. A pesar de no obtener rastros, Marshall encontró un dato de la mano de un hombre transitaba a su trabajo temprano en la mañana.

El hombre, un humano más entre los cientos que llamaban a Willow Country su hogar, le dijo a Marshall que había visto a un sujeto con las características de Patrick, salir de la estación de policía, al identificarlo como el sospechoso del asesinato cuya imagen giraba por el diario electrónico local, lo siguió por curiosidad mientras Patrick se reunía con otro hombre en el estacionamiento.

Lo último que dijo fue que ambos se marcharon en una camioneta color verde oscuro. No había más detalles, ni el número de la matricula, camionetas como esa habían muchas en el pueblo, el rango de búsqueda era demasiado amplio.

Por la tarde Tanya había desplegado a todos los voluntarios que se propusieron a sí mismos, para ir y preguntar a los dueños de las camionetas verde oscuro si habían llevado a Patrick a algún lugar, con la lista que Marshall había logrado obtener con los datos y nombres. Volvieron con expresiones sombrías, enojados, la frustración ardiendo, recibieron portazos, algunas respuestas amables, insultos y un montón de negativas.

El enojo de Nolan no había cambiado, creció al enterarse de la desaparición, le gruñó cuando Tanya le pidió que no se uniera a los grupos de búsqueda, cuando el tigre, en un arranque de ira y desesperación le gritó por qué no le permitía buscar a su Alfa, ella le sacó una verdad a medias, como el hermano mayor y el tigre al que sus hermanos seguían, debía quedarse en la Casa Matriz.

Ella lo quería cerca.

Pero no era mentira que eso era algo bueno y necesario, Talinda estaba a días de dar a luz y Byron estaba sometido a una profunda preocupación que lo volvía irritable y demasiado protector hacia su mujer. El tigre le había preguntado, discretamente y por fuera del rango auditivo de su pareja, qué podría suceder en embarazos de alto riesgo.

—Soy consciente —le dijo, su voz tan tensa y rígida como su cuerpo—. Ellos son tigres y ella una leona, ¿podrá resistirlo?

—Son bebés como cualquiera —Tanya intentó calmarlo.

—Pero su corazón...

El miedo del hombre era algo comprensible, los cambiantes tenían una tasa de reproducción baja a comparación de los humanos, las mujeres, independientemente del animal bajo su piel, se debilitaban durante el embarazo y eso afectaba su capacidad para dar a luz por parto natural.

Tanya le había sugerido a Talinda que le permitiera a Trent hacerle una cesárea para que ninguno de los tres corriera el riesgo, pero la leona se mantuvo firme, y para el pánico de su preocupado tigre, escogió parto natural.

Había suplementos energéticos que ayudaban a las mujeres cambiantes a recuperar la fuerza perdida para afrontar el parto. Pero no habían podido conseguirlos, la farmacia del pueblo no necesitaba conseguirlos porque las mujeres cambiantes residentes preferían la seguridad de la cesárea.

—Patrick me ayudará —había dicho la leona, con orgullo y fragilidad en su voz—. Él no nos abandonaría.

No, él jamás lo haría.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ