Capítulo 12

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Tanya no pudo contener el enorme bostezo que arrastró todo el cansancio a lo largo de su cuerpo, lo sofocó con una mano, el sueño le estaba cobrando su lucidez. Pero debía mantenerse despierta, pues aun quedaba noche por transitar y debían vigilar a los leones heridos, y a la loba.

Gala estaba en iguales condiciones, desde que trasladaron a los heridos a la enfermería no había cruzado más que un par de oraciones con ella, supuso que se debía por la preocupación, y aunque se cansara de explicarle que las complicaciones siempre estaban a la vuelta de la esquina, eso no hizo nada por cambiar la expresión de la enfermera.

Cuando bajó la mano para dejarla descansar sobre el apoya brazos de su silla, Tanya capturó movimiento en la última camilla, incorporándose, restregó sus ojos con los dedos para aclarar su visión. La loba se estaba moviendo.

—Quédate quieta —Gala habló.

Ambas se quedaron observando la transformación regresiva, a Tanya se le erizó la piel ver, oír... Hasta sentir cada minúsculo cambio del animal al humano. Siempre era algo increíble, fascinante e incluso, hasta un poco aterrador. Pronto, una débil figura humana se mantenía sosteniendo su peso con las manos apoyadas sobre la camilla. Débil era una expresión que no alcanzaba a definir el mal estado en que se encontraba ella.

—Hey... Hola.

Un par de feroces ojos grises se clavaron en Tanya apenas pronunció esas palabras, la mujer clavó las garras rompiendo el cobertor de la camilla. Escuchó otro gruñido de advertencia, pero no provino de ella, sí... A veces olvidaba que Gala también era cambiante.

—Tranquila —dijo en voz baja—. Estás segura, no te haremos daño.

La mujer tembló, casi cayó cuando la fuerza de sus brazos le falló. Estaba asustada, confundida, y la herida sobre su hombro y espalda estaba a un tirón de volver a abrirse. Tanya debía tratar de lograr que se calmara antes de que se hiciera más daño.

—Gala, ve por una manta —pidió.

La enfermera se movió en silencio, en ningún momento dejó de ser el objetivo de la loba hasta que desapareció en la habitación compartida. Tras un par de minutos regresó sosteniendo una gruesa manta azul.

—Tranquila, estamos aquí para ayudarte. —Tanya se acercó, con un nuevo enfoque en mente, bajó la mirada ladeando la cabeza para demostrarle que no representaba ningún peligro, si eso no le convencía, entonces su esencia humana lo haría—. Soy Tanya Rivers, y ella es mi amiga Gala Duvall.

Extendió un brazo hacia su izquierda y le hizo un ademán a Gala para que le diera la manta, la mujer se paralizó, esa mirada gris era fantasmal, estaba perdida, como carente de emoción y eso le hizo sentir inquieta.

—Nada malo va a pasarte aquí.

Extendiendo la manta, le rodeó el cuerpo desnudo y le cubrió, la mujer emitió un quejido bajo y quedó sentada sobre la camilla, Tanya terminó de cubrirle. Pronto, sus ojos repararon en los dos leones en las otras camillas, y se volvieron oscuros como caramelo quemado.

—Tranquila, son amigos —aseguró, Tanya volvió a tener su atención—. Amigos.

La respiración de la mujer fue haciéndose más pausada, casi normal.

—Eso es, con calma.

—T-tanya —murmuró.

Ella le ofreció una sonrisa amable.

—Trae un poco de agua, por favor.

Gala asintió. Tanya observó el rostro de la mujer, redondeado, reseco, labios finos, agrietados por la deshidratación. Era bonita. Su cabello parecía cortado de una sola vez con tijeras, y eso le hizo preguntarse si ella no fue víctima de Cazadores. Generalmente a las mujeres cambiantes les cortaban el cabello con tijeras para quitarles su belleza.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Where stories live. Discover now