Capitulo 1

186 19 33
                                    

- ¿Eso es todo? - Shiz hizo un gesto de desaprobación mientras miraba fijamente al proveedor de misiones.

- Si señorita. Esta vez, como puede observar, se tendrá que desplazar aún más lejos del valle Lund.

Shiz soltó un suspiro con pesadez. Hacía meses ya que había empezado a vivir como una mercenaria pero no había hecho más que encargos por la zona, un poco más allá del lago Xenix.

- Más o menos ¿Cuánto me llevará? El solicitante tendría que haber indicado el tiempo para solicitar un destino tan lejano de estas tierras.

- Lo único que dijo es que es de vital importancia que fuese una maga, señorita.

Otro suspiro. Resignada, aceptó la misión y se dirigió a su habitación en la posaba. Nada más entrar cerró la puerta y se tumbó en la pequeña cama. Debería de preparar muchas cosas para el próximo día pero ahora mismo lo único de lo que tenía ganas era de tumbarse y tomar un buen aperitivo. Zenit, su zorro gris, se tumbó al lado de ella esperando alguna caricia.

- Esta vez nos iremos más lejos, Zenit. - el zorro ladeó la cabeza de forma tierna causando una sonrisa a nuestra protagonista. Alzó la mano y comenzó a acariciarla - A una zona demasiado fría para mi gusto. ¿Por qué la gente solicita magos últimamente? No es que podamos hacer todo lo que quieran.

Shiz se levantó y caminó hasta su armario. Había poca ropa debido a su vida ajetreada. Entre sus pertenencias se podía distinguir un broche dorado. Lo cogió con delicadeza y lo abrazó.

- Si él estuviese aquí todo sería más fácil...

Se quedó observando el pequeño objeto durante unos instantes y luego lo guardó en una pequeña caja acolchada. A continuación comenzó a doblar y guardar la ropa en la pequeña mochila que la acompañaba todos los viajes. Si tienes magia, los pequeños sitios se podían convertir en enormes laberintos.

Una vez guardado todo, colocó el bolso en una silla y bajó a la taberna para cenar. El sitio era escandaloso como todas las noches. Multitud de viajeros, mercenarios y lugareños se reunían para contar sus hazañas y aventuras de la forma más adornada posible. Unos obtenían calor en la noche y otros una ración de comida extra, dependiendo de a cuántas personas impresionaba.

Shiz se sentó en una mesa cerca del fuego. Aunque la ciudad en la que estaba tenía un clima templado ella siempre tenía frio. La tabernera se acercó con un pequeño cuaderno dispuesta a tomarla nota.

- ¿Lo de siempre, cariño? - cogió un lápiz mal afilado y miró a Shiz a la espera.

- Lo de siempre, gracias.

Dicho esto, la chica se fue. Shiz no era muy exquisita con la comida, con que fuese comestible le valía. Poco tiempo después, la chica volvió con un plato lleno de sopa y una rodaja de pan de centeno. Mientras comía, fue observando a todas las personas a su alrededor. Podía distinguir a un grupo de guardias de la ciudad divirtiéndose con algunas mujerzuelas, a unos mercenarios en la barra con su jarra de cerveza y a lo lejos, entre la multitud, al bardo que todas las noches tocaba melodías y cantaba sobre batallas pasadas. Esta noche, Shiz lo veía más animado que de costumbre por lo que le decidió prestar atención para amenizar su cena.

- Poner atención, viajeros y lugareños. Hoy os hablaré sobre una antigua corte, la Corte Escarlata.

Afinó un poco su laúd y comenzó tocando suevas notas.

Una alta torre se alzaba en mitad de la nada

con fuertes muros de piedra afilada

El clan del fenixWhere stories live. Discover now