Capitulo 13

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La niña alzó la daga como si fuese el arma más mortal del mundo.

- He dicho que te alejes - lo volvió a zarandear.

- No te voy a hacer daño - Shiz alzó las manos y se fue acercando poco a poco haciendo que la niña fuese retrocediendo.

La niña chocó con la pared y comenzó a mirar a todos lados en busca de alguna salida. Sus manos comenzaron a temblar por el frío y el miedo. Priscila e Hirion ya habían llegado a la pequeña cueva y Cuervo se había hecho a un lado nada más sentir a la niña.

- Oye, niña, sólo te hemos recogido de la nieve. ¡Sin nosotros habrías muerto de hipotermia o devorada por alguna bestia! - Priscila alzó la voz creando eco en la cueva.

- ¡Eso no es verdad! ¡Yo estaba bien en la cueva! - pequeñas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

La niña soltó el cuchillo y se subió a lomos de Cuervo con la esperanza de huir pero el caballo no se movió.

- ¡Muévete! - la niña comenzó a agitar desesperada las riendas y a espolear al caballo pero este siguió sin moverse.

- No te hará caso, bájate de ahí y dialoguemos. - Shiz cogió la daga del suelo e Hirion cogió las riendas de Cuervo, deteniendo los movimientos de la niña.

La niña se quedó mirando a Hirion y bajó lentamente. Pasó entre Hirion y Priscila rápidamente y se acercó al fuego frotándose las manos en completo silencio.

- Menuda educación - Priscila se acercó a ella con rapidez y le agarró el hombro - Tú, niña, ¿nadie te enseñó a ser más educada?

La niña giró la cabeza y a Priscila se le heló la sangre. Retrocedió poco a poco y la niña se levantó siguiendo observándola.

- ¡Samantha! - Hirion se interpuso entre Priscila y Samantha haciendo que perdieran el contacto visual.

La niña volvió a su sitio junto al fuego pero Priscila retrocedió hasta la pared más cercana, donde se quedó quieta con una expresión de pánico y Shiz se sentó cerca de la niña.

- Es un monstruo, simplemente un monstruo - Priscila se agachó y abrazó sus rodillas mientras no paraba de murmurar.

- ¿Qué has hecho? - Shiz miró a Samantha seria y la niña le devolvió la mirada.

Shiz se quedó observando sus ojos de tono verdoso. Parecían no tener brillo alguno, perdido por el tiempo y el frío de la montaña. Tan pronto como se quiso dar cuenta ya no se encontraba en la cueva, ya no veía a Priscila ni a Hirion. Estaba rodeada de una profunda oscuridad.

- ¿Qué es esto?- pensó, mientras movía de un lado a otro su mano.

Se dio cuenta que la profunda oscuridad no era más que niebla negra, algo que no la tranquilizó nada. Intentó generar algo de luz con un hechizo de fuego pero al realizar nada sucedía. Lo intentó varias veces pero seguía sin aparecer. Una gran impotencia y nerviosismo comenzó a acumularse en su pecho.

- ¿¡Qué quieres de mi!? - Shiz gritó con la esperanza de ser escuchada por la niña y comenzó a agitar los brazos con desesperación levantando la niebla a su alrededor.

De repente, una pequeña luz apareció a la lejanía. Shiz fijó su vista en ella y comenzó a andar hacia ella. Al principio despacio pero luego fue acelerando el paso con desesperación. Desde pequeña nunca le habían gustado los sitios oscuros, solitarios y sin vida. Era irónico pues gran parte de su vida la pasaba sin gente que la rodease y evitaba establecerse en cualquier sitio por mucho tiempo pasando gran parte de éste en los lugares en ruinas. Aquella oscuridad le recordaba a su niñez, la época donde estaba sóla por las calles de la capital, antes de que su maestro la recogiese. No tenía ninguna memoria en especial de esa época pero siempre que intentaba hacer memoria un fuerte dolor de cabeza seguido de oscuridad le recorrían la mente. A medida que se acercaba a la luz esta iba disminuyendo hasta que, cuando llegó la luz no era más que una pequeña pelota. Shiz se agachó y la recogió con cuidado, temiendo que al mínimo contacto esta fuese a desaparecer. La fue acercando hasta abrazarla. No sabía por qué pero sentía que tenía que proteger a esa pequeña luz, sin importar nada.

- ¿Por qué has tardado tanto? - la silueta de una niña apareció en frente de Shiz, confundiéndola. Ella también producía luz.

- ¿Qué? - Shiz la miró fijamente.

- Ya lo has escuchado, tenías que venir a protegernos y no viniste. - la niña alzó la voz con enfado.

- No sé de qué estás hablando - Shiz se levantó con la bola de luz aún en sus manos - ¿Qué lugar es este?

La niña mantuvo silencio, observando a Shiz con su ceño fruncido.

- Tú has crecido y has sobrevivido a costa de todos nosotros. Nos prometiste que te esperasemos, que vendrías a por nosotros.

- Yo ni te conozco, por lo único que he sobrevivido fue gracias al maestro.

Un pequeño silencio se formó antes que la niña volviese a hablar.

- Tu maestro te alejó de nosotros. No era buena persona y no te diste cuenta hasta que ya no nos viste.

- Eso no tiene ningún sentido. Mi maestro me recogió cuando mi propio gremio me expulsó y me ayudó con mi magia.

La niña luminosa no dijo nada más, se dio la vuelta y se fue alejando poco a poco. Shiz intentó seguirla pero un fuerte tirón del hombro la alejó de esa oscuridad. Cuando volvió en sí estaba en la cueva e Hirion la alejó de Samantha con otro fuerte tirón de hombro. Perpleja, volvió a mirar a Samantha sorprendida de ver que esta estaba llorando mientras también la miraba.

- ¿Qué ha pasado? - Shiz se soltó del agarre de Hirion y exigió respuestas a lo que acababa de ver.

- Eso mismo pregunto yo. Nada más apartar la vista de Priscila ya estabas tú en un trance.

- ¿En trance? Estaba en un sitio oscuro y con una pequeña luz.

- Tu pasado es muy triste - Samantha se levantó y se limpió las lágrimas que aún caían por sus mejillas - No sabía que una humana podía llegar a sufrir tanto.

Shiz e Hirion la miraron sorprendidos, sin saber cómo reaccionar. Shiz aún seguía confusa por todo lo que acababa de ver e Hirion buscaba una manera para detener a la niña. Priscila seguía acuclillada.

- Me quedaré quieta, lo prometo - esto sorprendió a los tres - Sólo pido que cuando os responda a vuestras preguntas me dejéis libre.

Shiz miró a Hirion y luego a Priscila. Hirion parecía dudar si creerla o no y Priscila seguía con una cara de pánico.

- Aceptamos.

- Espera - Hirion la agarró del brazo y la arrastró casi hasta donde estaba Priscila - ¿Por qué aceptaste sin siquiera consultarnos?

- ¿Acaso viste lo que nos ha hecho a Priscila y a mi? Creo que es capaz de hacer lo mismo contigo e irse de rositas dejándonos en el sitio que haya sido ese.

- Creo que Shiz tiene razón - Priscila se acercó más creando un pequeño triángulo con las tres cabezas - La magia que dijiste que tenía es muy poderosa y, en sus manos, nos puede destruir en nada.

- Ella no haría eso - Hirion tenía un tono de enfado y su cara reflejaba un rechazo profundo hacia esa suposición.

- ¿Y cómo lo sabes? Primero sabes supuestamente su edad y ahora lo que puede hacer su magia.

- Exacto, elfito. - Priscila ya había recuperado algo de color en el rostro - Si te vamos a ayudar con tu cueva y la criatura de estos páramos tenemos que saber todo lo que esto implica, junto con lo de esa niña.

- Eso no hará falta que os lo cuente él - Samantha habló desde su posición, alzando la voz creando eco en la cueva.

Se miraron todos dándose cuenta que la niña les había escuchado todo.

- Bueno, entonces cuéntanoslo tú.

Lentamente, todos se fueron acercando al fuego y sentándose a su alrededor, a la espera que Samantha hablase.

- Todo empezó en el pueblo donde estabais, hace casi 500 años...

El clan del fenixOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz