3. Las reglas

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26 de febrero, 2222

Mis doncellas terminan de arreglar mi cabello mientras yo termino de pintar mis labios de carmesí.

Me pongo de pie y me doy un último vistazo. Mi vestido tiene el marrón como color predominante, aunque tiene una mezcla de ese color, negro y beige, pedrería se esparce desde mi escote hasta mi cintura y por todo el alrededor de está.

El reloj marca justamente las 10 en punto cuando una mucama toca a mi puerta y cuando una de mis doncellas le permite la entrada anuncia la llegada de Edward.

Cuando entro a la limusina ni siquiera me dirige la mirada, por lo tanto, yo tampoco lo hago.

La tensión es palpable pero aun así ambos estamos en total silencio hasta que él finalmente decide romperlo - Lo que ocurrió en la cena, no debe volver a repetirse.

Lo miro con el ceño fruncido, sin embargo, él sigue mirando hacia la ventana - ¿Que ocurrió?

- Dimos nuestra honesta opinión sobre el otro - Me dice como si fuera lo más obvio del mundo - Fue algo muy estúpido de nuestra parte.

- Todo mundo sabe que nuestro matrimonio es arreglado, insolente. El amor a primera vista no existe, así que sí no podemos darles un romance de película al menos debemos darles un poco de drama de telenovela.

- Para ti todo siempre es tan fácil ¿No? Aceptan todos tus errores porque eres la linda niña perfecta.

- ¿Vas a comenzar a atacarme? Vaya, y yo que pensaba ser amable por una vez en mi vida - Miento.

- ¿Y qué quieres? - Cuestiona con desdén - ¿Qué te de las gracias por tu fallido intento de ser meramente soportable?, ¿Qué te aplauda? ¿O prefieres una reverencia, princesa irreverente?

Dios mío, ¿Quién se cree este idiota?

- No quiero nada de un insolente como tú.

- No te preocupes, te aseguro que yo tampoco quiero darte absolutamente nada.

- Me convertirás en tu reina - Le recuerdo con cinismo - Supongo que eso para mí ya es suficiente.

Regresa su mirada a la ventana tensándose. Le molestó bastante mi comentario, así que sonrío con triunfo.

- Aún ni siquiera lo he hecho y ya me he arrepentido.

Estoy a punto de responder cuando su celular comienza a sonar anunciando una llamada que él ignora.

- Puedes responder. No me molesta - Le aseguro con inocencia fingida, deseosa de escuchar la conversación.

Me ignora, y también ignora la llamada.

Yo hago lo mismo, aunque luego de unos minutos vuelve a hablar - Lo has arruinado todo - Me acusa en un susurro.

Al verlo puedo observar esa incomodidad, esa tensión que siento todos los días. Quiere gritar y llorar, tal y como yo.

No me cuesta mucho deducir que algo ocurrió en su vida personal debido a nuestro compromiso, pero realmente es algo que me tiene sin cuidado.

No es él el único que se está sacrificando.

- No me acuses de algo de lo que no soy culpable. Si tienes alguna queja al respecto deberías dársela a tu padre que fue uno de los que arreglo este compromiso.

- Créeme que ya se las he dado.

Lo miro confundida - ¿A qué se debe tu visible cambio de actitud conmigo? Según recuerdo, mientras bailábamos en nuestra fiesta de compromiso te mostraste amable, caballeroso e inclusive coqueto.

Supremacía [Poder #1].Where stories live. Discover now